Del murmullo que acompaña una fila vestida de amarillo fluorescente emerge un grito: “¡Estamos mal!”... Y después otro: “¡No somos criminales!”.

Son dos de los 524 indocumentados retenidos en la cárcel de Theo Lacy en Orange, California, que la AFP visitó en un recorrido, luego de que en una inspección del Gobierno se detectó que los inmigrantes eran sometidos a castigos y alimentados con comida podrida.

“Los tratamos con respeto”, garantiza el capitán Jason Park, jefe de esta prisión con 3.240 reclusos, antes de adentrarse por la gigantesca instalación. Los periodistas no pueden hablar con los reclusos que visten naranja, si son presos comunes, o amarillo, si son indocumentados a la espera de un juicio migratorio o de su deportación.

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Theo Lacy sirve como prisión para la agencia de migración, más poderosa bajo el gobierno de Donald Trump.

La ONG Detention Watch Network denunció en 2012 abuso verbal y psicológico, negligencia médica, además de racismo, contra los inmigrantes en esa cárcel. El directivo Danny Cendejas aseguró que esas condiciones se mantienen. “Es una de las peores cárceles para inmigrantes”, dijo y teme que, con Trump y su intención de detener más indocumentados, la situación empeore.

También se detectaron “duchas mohosas y putrefactas” fallas que Theo Lacy dijo fueron rápidamente arregladas. (I)