A la entrada de la casa de campo de Andrés Páez (Ibarra, 1966), en el lado izquierdo, justo en el rincón donde empieza una sala rústica, hay una camiseta de color naranja, de la Izquierda Democrática (ID). ¿Y eso? “Está ahí porque... La utilizo para... No es mía realmente, es del Emilio (su empleado)”, dice.

La casa –en las afueras de Quito– tiene una zona verde y una con rocola, billar, bar... En la pared, luce una colección de tazas, la camiseta de la selección y la del Deportivo Quito... Del otro lado de la pared, hay un mosaico de sus tiempos universitarios –en blanco y negro– del Che. “Con el tiempo comprendí que Guevara no era lo que nos contaron”.

Esa es parte de su historia y aprendizaje. Luego de 30 años de política, es el candidato a vicepresidente de Guillermo Lasso (CREO) y es, quizás, el rostro más visible de la oposición al correísmo.

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El 28 de mayo de 1984, cuando cumplía 18 años, se afilió a la ID. “Siempre he sido un socialdemócrata”, asegura este doctor en jurisprudencia. Está casado con Valeria Guerra y tiene dos hijos. Con la ID fue consejero provincial (1998-2002) y dos veces, legislador (2003 y 2007).

En enero del 2007 fue elegido presidente de la ID y, desde entonces, entró en disputas que provocaron una desafiliación masiva a tal punto que, en el 2011, el Consejo Nacional Electoral (CNE) eliminó al partido del registro de organizaciones políticas (luego se reactivó).

Frente al área de juegos, un Quijote y un Sancho de hojalata y fierros reciclados “representan al ser humano más profundo. El Quijote es el hombre ideal y el Sancho Panza, el hombre real. Toda la novela es el diálogo entre los dos”.

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Su andar le ha valido “adversarios, no enemigos”: desde excompañeros de la ID hasta el presidente Rafael Correa (a quien aceptó el reto de ir a los golpes) o los trolls que divulgaron correos y chats privados acusándolo de “no ser buen esposo ni buen padre” y de tener “negocios ilícitos”. Dalton Bacigalupo, exdirigente de la ID, lo recuerda como “un hombre sectario y oportunista”.

En abril del 2016, el diario gobiernista El Telégrafo dijo que hace 10 años Páez recibió un depósito de $ 910.673 del Lloyds Bank, en una operación relacionada con negocios de su hermano. la respuesta fue un certificado que señalaba un error del banco.

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Con la ID eliminada, en el 2013 se postuló a asambleísta por CREO y apostó por una causa: vencer al correísmo o vencer al correísmo. ¿Cómo? Como fiscalizador. Denunció irregularidades en contratos de funcionarios (caso McSquared, por gastos de publicidad de la Presidencia, por ejemplo) y exigió a la Fiscalía que indague la participación del vicepresidente Jorge Glas en los escándalos de corrupción en Petroecuador y los sobornos de Odebrecht.

Henry Llánez, compañero de Páez en la ID y ahora en CREO, reconoce en él “cierta intransigencia” y a la vez subraya “la tenacidad y la pasión con las que defiende sus tesis”.

Por otro lado, Páez se convirtió en la figura visible de las protestas. Hasta quienes lo criticaron en CREO al comienzo, admitieron que la vigilia convocada por él en los exteriores del CNE, en Quito, fue un hito para llegar a segunda vuelta.

En abril del 2015 convocó con éxito, por redes sociales, a una “caravana de luto” para recibir a Correa, que regresaba del exterior. En junio de ese año, lideró las manifestaciones en la avenida de los Shyris en contra del proyecto de ley de herencias y su imagen como referente de la oposición creció tanto que su nombre empezó a sonar como precandidato presidencial. Lo pensó tanto que incluso tomó distancia de CREO, movimiento al cual no se ha afiliado.

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“No hubo distanciamiento... Solo decidí darle forma a un sinnúmero de grupos que se gestaron en las calles”. Contra muchos pronósticos, Páez llegó a ser el binomio de Lasso, porque –sin partido ni estar afiliado a CREO– la calle fue su trampolín y trinchera. (I)