Una noche con poco descanso tuvieron las familias asentadas en los caseríos El Tigre y San Isidro, ubicados en el kilómetro 53 de la vía a la costa. El desborde del río La Camarona los obligó a dejar sus casas la tarde del domingo pasado y no pudieron volver sino hasta casi la medianoche cuando las aguas descendieron lo suficiente como para no suponer riesgos, aunque debieron lidiar con el lodo y atentos al riachuelo que dejó la inundación.

En la casa de Uvalda Bailón, de 62 años, el nivel del agua alcanzó los 60 centímetros y mojó parte de la refrigeradora, cocina y lavadora. El primer electrodoméstico había sido puesto ayer sobre una mesa de madera. La lavadora, sobre el mesón del fregadero, y en su habitación, con bloques elevó una cómoda. La mujer se mostró aliviada de que sus aves de corral se hayan salvado de morir ahogadas.

La inundación afectó el perímetro en donde viven cerca de 40 familias, entre El Tigre y San Isidro, según Roberto Quimí, presidente del último caserío. Él sostuvo que la supuesta falta de mantenimiento de alcantarillas podría haber incidido en la descarga.

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Quimí y su par, Verónica Rosales, de El Tigre, más otros pobladores como la adulta mayor Olga Medina, manifestaron que la obra de un muro los protegería de otra inundación. Medina comentó que en cada invierno temen el desborde de La Camarona y recordó el episodio de devastación que hubo en 1997 con el fenómeno de El Niño.

Entonces, la crecida prácticamente destruyó un tramo de la vía a la costa, inundando la zona donde hoy están las familias afectadas recién.

La noche del domingo, la población recibió la asistencia de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG) y de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR). Ayer fueron atendidos por personal médico del Ministerio de Salud y un equipo cumplió labores de fumigación.

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La Prefectura se encargó del retiro de palizada en un punto del cauce del río, señaló Jimmy García, director de Obras Públicas del organismo. (I)