Una explanada tierrosa se extiende por cerca de cien metros desde la carretera asfaltada, la San Vicente-Canoa, hasta el cerro desmembrado por maquinaria, donde se aprecian paredes de barro y verdor en la parte alta. En un sector de esa planicie, maquinarias trabajan removiendo tierra y compactando para formar una plataforma. Es lunes 6 de marzo a primera hora y hay varios autos, una decena de obreros y, en los filos, está el rezago de una noche lluviosa: una riada de lodo.

Allí, en esa planicie barrosa del sur de la parroquia Canoa, cantón San Vicente (Manabí), se aligeraban aquel día las tareas para, en tres o cuatro días, iniciar la construcción de 108 casas, tipo bloque de cuatro viviendas cada uno. En ellas se asentarán los damnificados de esta parroquia por el terremoto del 16 de abril del año pasado y que a casi once meses del desastre viven aún en carpas en un albergue ubicado en las afueras de este balneario.

Esta semana empezamos a instalar las casas, dice uno de los encargados de la constructora. Dos días antes, en el enlace del sábado 4 de marzo, Katiusca Miranda, principal del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), informaba al presidente Rafael Correa de que estaban listos esos terrenos y que se hará todo para cumplir la disposición presidencial de que hasta el 30 de abril se cierren este y los casi 20 albergues de la zona afectada por el sismo en Manabí y Esmeraldas.

Publicidad

Lea también: 33 mil siniestros por terremoto en Ecuador pagados con $ 370 millones

El mismo apuro hay en al menos media docena de nuevos asentamientos de Manabí y Esmeraldas, mientras los damnificados esperan en los albergues, en carpas. Según cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), con corte hasta el 11 de marzo, alrededor de 4 mil personas, de un total inicial de 12.000 (ver cuadro), aún viven en albergues, algunos ubicados en zonas que cuando llueve se vuelven fangosas.

En el sector donde se ubicará la denominada ciudadela Nuevo Jardín para los damnificados del albergue Pedernales II, en ese cantón del norte manabita, uno de los más afectados por estar cerca del epicentro del terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, el terreno estaba listo el lunes pasado y en estos días se construye la infraestructura inicial de 368 viviendas, adosadas en bloques de cuatro unidades, al estilo Ciudad Victoria de Guayaquil.

Publicidad

Miranda estima que las primeras cien casas estarán listas el 15 de abril próximo.

“Piensen en cuánto tiempo se hace una urbanización, fue difícil encontrar los terrenos”, justificó en el enlace del sábado 4 el presidente Correa, quien ratificó que al término de su periodo, el 15 de mayo, estarán cerrados todos los albergues.

Publicidad

Ese anuncio parece tener tropiezos, pues en ese mismo enlace la ministra Miranda le daba cuenta de que las viviendas de la ciudadela Nueva Chorrera, sur de Pedernales, recién serían entregadas a los albergados entre “mayo y junio”, pues deben instalarse agua potable y el sistema de aguas servidas.

Lea también: Por lluvias se eleva suelo donde funcionan carpas hospitalarias en Chone

A este nuevo asentamiento, al que se accede por una vía lastrada, las casas, construidas con caña de guadúa y láminas prefabricadas, están separadas por espacios fangosos.

En Chone también está planeado el nuevo asentamiento San Cayetano, con 352 viviendas proyectadas y 4 entregadas. En El Matal, zona pesquera del cantón Jama, se han entregado 30 casas y se prevé completar 100 hasta fines de abril.

Publicidad

En Chamanga, parroquia de Muisne, en el sur de Esmeraldas, la situación es similar. Maquinaria ha trabajado en la explanada y entrará la constructora a levantar las casas. Serán 280. Las primeras se entregarían en un mes, dijo Miranda.

Los albergados no aceptan hablar con la prensa, porque esa es una de las disposiciones. Sin dar sus nombres, dos jefes de familia del albergue Pedernales II, tres del de Jama y dos del de Canoa dicen estar esperanzados en pronto ir a su casa propia, aunque esperan tenerla con todos los servicios básicos, y sobre todo, que la den.

Lea también: A 9 meses del terremoto aún hay escombros y clamor por viviendas

En Acuarela II, donde hasta el pasado fin de semana fueron reasentados los habitantes del albergue de la terminal terrestre, el martes 7 no había agua. Uno de los habitantes, que da su nombre pero pide no citarlo, señala que son diez días sin el servicio. En esa misma ciudadela reside desde hace más de una semana Andrea D., madre de 24 años con dos hijos. Está en la casa que le entregaron a su mamá. “Dicen que no aparecen mis papeles, no sé qué voy a hacer, a dónde voy a ir”, se pregunta.

Lídice Larrea, ministra del MIES, señala que todos los residentes de los albergues irán a sus casas, ya que cuentan con un registro completo. Cita que solo quien ha salido voluntariamente podría no tener vivienda.

Uno de esos casos es el de Eulalia Obando López, quien estuvo albergada con su familia en el Pedernales II, pero lo dejó en diciembre para instalarse en una carpa y reconstruir su casa. “No he recibido nada. Me ofrecieron una casa (bono de $ 10 mil), pero querían que botara mi vivienda cuarteada. Hicimos préstamos por todo lado y mi casa de dos pisos ya está arreglada y aquí vivimos. Pero igual soy correísta, los que no me ayudaron fueron los funcionarios”, cita.

¿Y si no están listas las casas hasta el cierre de los albergues? La ministra Larrea da una alternativa: se le entrega al damnificado un bono de alquiler y alimentación por $ 250 durante tres meses, hasta la entrega de la vivienda. Eso sucedió en Atacames, Esmeraldas. (I)

Apuntes
Ayuda

Albergados y bonos
Según la titular del Ministerio de Inclusión Económica y Social, Lídice Larrea, hasta ahora los gastos en los albergues han demandado $ 15 millones y los bonos, $ 21 millones.