Zumbahua, un poblado en el páramo de Ecuador donde Rafael Correa vivió de joven para hacer un voluntariado, dejó de ser un pequeño y emblemático fortín indígena de su socialismo para girar a la derecha.

"Queremos el cambio, por eso voté por (Guillermo) Lasso" en la primera vuelta presidencial del 19 de febrero, dijo a la AFP César Quishpe, quien desde hace una década limpia y arregla los sombreros de lana de oveja de los vecinos de este poblado a 120 km al sur de Quito.

Los indígenas, que según sus cálculos representan un 30% de los 16,5 millones de ecuatorianos (aunque según el último censo son un 10%), apoyaron masivamente a Correa para ser electo en 2006, pero le han ido retirando su respaldo y ahora están divididos entre partidarios del oficialismo y de la oposición.

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Los analistas atribuyen su descontento a la política del mandatario de explotar recursos naturales -como la minería a gran escala- y por no haberles dado las cuotas de poder que pedían en el gobierno.

El desencanto de este sector clave de la población explica en parte el retroceso electoral del candidato oficialista Lenín Moreno, que se quedó a pocas décimas de conseguir la victoria en primera vuelta, como había hecho el mandatario saliente en las dos anteriores elecciones.

Lasso, un exbanquero de derecha que lidera la oposición, arrasó el 19 de febrero en ésta pequeña y hasta entonces inexpugnable fortaleza de Correa, con un 44% de los votos frente a 29% del oficialista Lenín Moreno.

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En 2013, cuando fue reelegido, Correa logró 61% de los sufragios, contra el 15% de Lasso, en Zumbahua, donde -según el gobierno- nació la "revolución ciudadana", como el presidente denomina a su gestión.

En las provincias de la sierra central y de la Amazonia, con importante población indígena, el gobierno obtuvo en primera vuelta sus peores resultados a nivel nacional, aunque no baja de 30% en promedio.

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Pachakutik, brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), anunció su apoyo a Lasso de cara al balotaje del 2 de abril, aunque los analistas recuerdan que en el país andino el voto no es fácilmente endosable.

"Mi segunda tierra"

A tres semanas de la decisiva segunda vuelta, el mandatario condujo este sábado su programa televisivo semanal desde esta localidad a 3.600 metros de altura, a la que considera su "segunda tierra", donde entre 1987 y 1988, tras graduarse de economista, hizo un voluntariado de desarrollo social en la misión salesiana.

Esa experiencia, que le permitió palpar la pobreza de los habitantes de los páramos ecuatorianos y aprender kichwa (quichua), sentó la bases de su fuerte relación con los indígenas.

Al inicio del programa, el mandatario saludó en quichua a más de 1.000 simpatizantes, a quienes hizo reflexionar sobre los resultados electorales durante la primera vuelta en Zumbahua, donde el 30% de los votos fueron nulos y en blanco, instándoles a "trabajar en eso" para el balotaje.

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Correa aseguró que la victoria del "Sí" en Zumbahua en la consulta popular sobre paraísos fiscales celebrada junto a las elecciones demuestra "el verdadero apoyo a la Revolución Ciudadana" en esta población, aunque reconoció que "hay mucha división, mucha envidia" entre sus partidarios locales.

La aldea andina se internacionalizó en 2007 al acoger a los mandatarios Evo Morales y Hugo Chávez para la simbólica posesión de Correa en un acto indígena previo a su investidura oficial, en el que recibió un representativo bastón de mando de parte de los nativos, símbolo de la luna miel que vivía con ellos.

Pero ahora las cosas han cambiado.

En su modesto taller a un costado del mercado, Quishpe, un sombrerero de 25 años, apunta que "Ecuador está en crisis, no hay plata", y responsabiliza de ello al gobierno de Correa, golpeado por la caída del precio del petróleo -principal rubro de exportación- y la apreciación del dólar.

"La mayoría, incluido yo, apoyaba a Correa. Ahorita está haciendo mal las cosas (...). Lasso puede cambiar algo a Ecuador, tiene muchas propuestas", asegura Quishpe, citando las promesas del candidato derechista de crear un millón de empleos y eliminar 14 impuestos.

Sin embargo, Luisa Pilalombo, dueña de una tienda de abastos, se declara simpatizante "hasta la muerte" de Correa.

"Por Correa hemos progresado, hizo caminos (asfaltados), colegio, centro de salud. No hay que ser malagradecido", asegura. (I)