Una cubana, un venezolano, una colombiana y un belga, quienes están entre los habilitados para sufragar, sostienen que -aunque para ellos el voto es facultativo- participar en el proceso es su manera de aportar como ciudadanos al país que los ha acogido. El Consejo Nacional Electoral (CNE) registra 81.513 extranjeros mayores de 16 años inscritos para participar. De ellos, 71.545 tienen entre 18 y 65 años; 9.964, más de 65; y 4 tienen entre 16 y 18 años. El único requisito es haber legalizado su residencia por lo menos hace cinco años. Los nacidos fuera del país que son residentes legales votan en Ecuador desde las elecciones de 2009.

Va a urnas por primera vez

Llegó a Guayaquil de 20 años, con sus padres en busca de mayor libertad económica. Lisandra Tamayo afirma que el deseo de prosperar y no tener limitaciones en el derecho a la propiedad privada es lo que motivó a su familia a salir de Cuba y migrar. Nueve años después se inscribió para votar en Ecuador. Y hoy lo hará por primera vez.

Cuenta que será una experiencia grata al ver la cantidad de posibilidades que hay en la democracia nacional con los distintos movimientos y partidos políticos que han presentado a sus postulantes, algo que en su país natal con un sistema de partido único sería imposible, explica.

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Además, dice que tendrá la posibilidad de votar de forma directa por el binomio presidencial de su preferencia: “Es un derecho que tenemos de votar por quien sigue nuestros ideales, nuestros valores, nuestros principios”.

Con 29 años, esta cubana se alista para ingresar a primer año de Psicología en la Universidad de Guayaquil, un anhelo que tenía desde que salió de La Habana, donde obtuvo el título de tecnóloga en informática: “Fue algo que me quedó pendiente en Cuba, es algo que quiero regalarme para sentirme más realizada”, asegura.

Tamayo aclara que no tiene previsto llegar a Estados Unidos como cree es el afán de la mayoría de cubanos que ven a Ecuador como un trampolín hacia esa potencia mundial. En su caso, se ha afincado en Guayaquil. Ahora labora en el área de ventas de una concesionaria de vehículos y aspira a realizar una maestría tras terminar la universidad.

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Residir en su país no está en sus planes, aunque todos los años viaja a visitar a sus abuelos y otros familiares. Afirma que uno de los problemas de Cuba es la apatía de la población: “La gente ya no se siente motivada por estudiar por desarrollar el país, porque por mucho que tú estudies vas a ganar lo mismo, un sueldo que no cubre ni siquiera tus servicios básicos. Cuando se dé una apertura económica y social tendrán que pasar unos 20 años para que la gente cambie”. 

Siente obligatorio el voto

La violencia que la rodeaba fue lo que motivó a Carmen Perea a salir de una ciudad del sur de Colombia, donde vivía, y venir a Ecuador hace trece años con su esposo y sus dos hijas. Primero ingresó como refugiada, pero finalmente consiguió una visa de amparo ya que ha procreado dos hijas más nacidas en Guayaquil.

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Ahora vive en Durán (en Guayas), donde vende calzado en un mercado. El taller lo instaló en su casa tras trabajar en empacadoras de camarón. “Fue uno de los primeros trabajos que tuve, pero me botaron porque me dijeron que la tarjeta de refugiada no me servía”, cuenta Perea. Luego le tocó laborar de comerciante ambulante hasta que, poco a poco, pudo instalar el taller en el que primero elaboraba zapatillas y ahora “zapato alto”, comenta.

Es la tercera vez que esta colombiana vota en Ecuador. Dice que pese a que el voto es facultativo para los extranjeros, igual a la hora de hacer un trámite privado o público le exigen, a más de la cédula de identidad, la papeleta de votación por lo que, según dice, termina siendo obligatorio.

“Nosotros (incluyendo a su esposo colombiano que también está inscrito para votar) sentimos que es obligatorio. En los trámites que debemos hacer nos piden la papeleta de votación”, indica.

Carmen habla poco sobre los actos de violencia que la aquejaban en su país de origen. Entre esos crímenes cuenta el de su hermano: “No sé la verdad quién era esa gente que lo mató”, asegura en referencia al enfrentamiento entre grupos guerrilleros de izquierda, paramilitares y narcotraficantes que actuaban en la región colombiana donde vivía, la que no identifica por seguridad, señala.

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Ha regresado a Colombia para visitar a sus familiares, pero dice que no tiene previsto retornar de forma permanente: “Ahora me dicen que está un poco calmado. Sí tengo esperanza de que las cosas mejoren con el acuerdo de paz”. 

En trámites piden certificado

Dejó su país de origen hace ocho años. Cuenta que era una Venezuela sin escasez de medicinas, ni de alimentos. Las filas al pie de supermercados y los problemas para el cambio de divisas empezaron a ocurrir cuando ya estaba en Ecuador, nación a la que Daniel Regalado llegó tras aceptar una propuesta laboral, como parte de su desarrollo profesional, afirma.

Con 42 años de edad, hoy es la primera vez que este venezolano votará en una elección de Ecuador. “Desde que llegué he estudiado la historia de Ecuador, el grosor de mis amigos es ecuatoriano y me han informado en las tertulias que hemos tenido... Me gusta aprender y tener conocimiento de dónde estoy pisando y creo que es lo más lógico ejercer el voto en el país donde resido”, dice.

En estos ocho años en Quito se ha desempeñado en empresas según las ramas que estudió: administración, gastrónomo internacional y productor y actor de artes escénicas. También le ha tocado suplir las necesidades de alimentos y de artículos de limpieza de su madre y sus sobrinos en Venezuela. Hace los envíos vía courier o a través de personas que van a su país.

Regalado no ha regresado a la capital venezolana, Caracas, donde vivía, desde que llegó. No fue ni el año pasado cuando falleció su padre: “Por cuestiones de trabajo no pude llegar”.

Su madre ha ido a Quito solo de paseo, ya que está acostumbrada a vivir en Venezuela, donde recibe su pensión de vejez y de jubilación. Ahora lo que más preocupa a Regalado de su país es la inseguridad, la falta de insumos médicos y la escasez de alimentos.

Si bien el voto es facultativo, Regalado asegura que a los residentes con cédula igual le exigen la papeleta de votación en todo tipo de trámites, por lo que prefiere votar. Para ello, dice, ha tenido que documentarse en internet de los candidatos y sus propuestas, ya que, sostiene, no ha visto actos de proselitismo político en las calles de la capital como en anteriores procesos electorales: “Lo que más me preocupa en Ecuador es el estancamiento de la economía con respecto a cuando llegué en 2008, en pleno apogeo”. 

Cree en participación activa

La primera semana que llegó a Ecuador fue al supermercado y vio como un niño de unos 7 años atravesaba con los dedos los plásticos que contenían la carne. Leonaar De Graeve, un belga de 43 años, cuenta que no había ningún adulto a su alrededor, por lo que le dije al menor que no debía hacer eso porque no es limpio: “Cuando su madre vio se enojó, me comenzó a insultar y me dijo que quién me creo yo para meterme”.

De Graeve, un tubista, trombonista con un máster en música e ingeniero de sonido, cuenta esta anécdota para explicar lo que para él es uno de los desafíos que tiene Ecuador, país que lo acoge desde hace ocho años. “Aún lo recuerdo porque para nosotros todos tenemos el deber de educar a los niños. Aquí siempre se ve como la educación, con artículo muy específico, uno quiere mejor educación para su hijo para que tenga una mejor vida en el futuro, pero en qué mundo va a vivir si solo él tiene educación, entonces es algo que no tiene mucho sentido”, afirma.

Es la segunda vez que este catedrático de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo votará en Ecuador: “Todos deberíamos participar activamente en mejorar nuestra sociedad. Uno tiene que empezar consigo mismo, con su familia, después con su barrio, su calle y así llegamos al país. Es una pirámide de trabajar, no se empieza a construir el penthouse y recién se piensa en los cimientos, pero muchas veces se plantea al revés”, asegura.

Lo que extraña de las elecciones en su país natal es la manera de debatir: “En Bélgica podemos sentarnos en una terraza, tomar un café, cerveza o vino y discutir o conversar los temas de una manera respetable, no de forma personal, aquí se trata del contenido de los temas, de una manera educada, abierta”.

Y lo que le gusta de Ecuador son los retos que tiene como un país en el que aún hay mucho por hacer: “Hay que construir el desarrollo, ese es el desafío”, asegura. “Esta es la oportunidad de hacer algo, tenemos el derecho de exigir cosas”. (I)