Son redadas que han cubierto 11 de los 50 estados de la principal potencia mundial. Las incursiones se dan incluso en el interior de las casas de las familias con migrantes que están en situación irregular en Estados Unidos. Fue el caso de Daniel Ramírez, un mexicano de 23 años que fue detenido el 10 de febrero pasado. Los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas acudieron a la vivienda donde reside su padre, cerca de Seattle, en el extremo noroeste del país, para deportarlo.

Por casualidad estaba ahí el joven y también se lo llevaron, según dijo Ethan Dettmer, uno de los abogados defensores del mexicano, a bbcmundo.com.

Con Ramírez ya suman 680 las personas detenidas en operaciones contra la inmigración ilegal realizadas la semana del 6 al 10 de febrero tras las órdenes ejecutivas migratorias del presidente de EE.UU., Donald Trump, quien mañana cumple un mes en el poder.

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El 25 de enero pasado, Trump determinó la contratación de 10 mil agentes más para detectar y deportar a las personas sin residencia legal y acelerar las redadas dando énfasis a los que tienen antecedentes penales, pero también a los que han cometido faltas menores sin sentencia condenatoria. El texto firmado por Trump va más allá y amenaza con la deportación a quienes, a juicio de un agente, puedan suponer una amenaza para la seguridad.

Con ello da los primeros pasos para cumplir su promesa de deportar a tres millones de ‘criminales’. Aunque no ha especificado ni definido lo que significaría ser criminal. Aquella sería la diferencia con las deportaciones del régimen de Obama, quien en sus ocho años de mandato deportó a 2,5 millones de personas, pero solo a los que hubieran sido condenados por delitos.

Ahora hay temor entre los 750.000 jóvenes –llamados dreamers (soñadores en inglés)– acogidos desde el 2012 a los beneficios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, establecido por Obama para proteger temporalmente de la deportación a jóvenes como Daniel, plan que Trump ha prometido eliminar.

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Para Iván Rivera, director del Programa de Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de la Espol, Trump quiere tomar medidas de impacto y de gran visibilidad en el corto plazo, en ese sentido. Ha decidido poner en el foco de la agenda pública al tema migratorio: “Por eso firmó la orden ejecutiva de restricciones de ingreso (de personas provenientes de siete países de mayoría musulmana), lo que ha generado un intenso debate en medios, redes sociales y distintos gobiernos de los países afectados”.

El Centro Nacional de Derecho de Inmigración ha advertido a los inmigrantes que eviten abrir la puerta de su hogar a agentes de inmigración, a menos que cuenten con una orden judicial.

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Laura Vázquez, analista en temas migratorios del Consejo Nacional de la Raza, dice que incluso los alientan a realizarse un “chequeo migratorio” para saber si tienen una manera de obtener un permiso de estadía. Así, al menos el 10% de los 11,1 millones de personas con estancia irregular podría quedarse en el país.

A esta iniciativa se suma la petición realizada a Trump por miembros de unas 350 universidades, como Harvard, Yale, Columbia y Stanford, para que evite deportar a los estudiantes sin papeles.

Una encuesta realizada tras las elecciones entre cerca de 10.000 profesores y personal de centros educativos de EE.UU. encontró que ocho de cada diez respuestas hablan de un aumento de la ansiedad en alumnos inmigrantes. “Lo que nos dijeron es que chicos de color, latinos, musulmanes, estaban viviendo en temor en sus escuelas”, dice Richard Cohen, presidente del Centro de Derecho de Pobreza del Sur.

Fiel a sus compromisos de campaña, la primera orden ejecutiva de Trump fue instruir a las agencias gubernamentales para que “alivien las cargas del (denominado) Obamacare”, como se conoce a la reforma de salud impulsada por su predecesor. Se trata de un plan del que son parte 12,2 millones de estadounidenses, entre ellos, los hijos menores de edad cuyos padres están en situación irregular.(I)

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Decenas de tumbas sin identificar hay en los alrededores del cementerio de Holtville en California, estado fronterizo con México. Allí están sepultadas las personas que han fallecido en su intento de llegar a Estados Unidos.

Cientos protestaron el 14 de febrero en Nueva York en contra de las políticas migratorias del presidente de EE.UU., Donald Trump, durante su primer mes en el poder. Estas incluyen la aceleración de las redadas para las deportaciones.

A lo largo del límite entre México y EE.UU. ya hay, en partes, un muro que separa el territorio de las dos naciones. Algunos habitantes colocan negocios improvisados en el lado mexicano de esta frontera que reflejan la diferencia entre ambos países.

Baraa Haj lleva la bandera de EE.UU. en el aeropuerto de Chicago, luego de que por una orden judicial pudo ingresar al país pese a la orden del presidente Donald Trump de prohibir el ingreso de los procedentes de siete países musulmanes.