Junto a la promesa de multiplicar el empleo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha puesto en vilo a las transnacionales estadounidenses que tienen inversiones en otros países. Estas incluyen desde fábricas para ensamblar vehículos hasta las que se dedican a realizar algunos componentes de aparatos electrónicos. Son productos que finalmente se comercializan en EE.UU.

Como respuesta, los empresarios han cuestionado las políticas migratorias de Trump como la de prohibir por 120 días el ingreso de personas procedentes de Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, siete países de mayoría musulmana, medida suspendida temporalmente por la Función Judicial.

General Electric (GM), cuyo presidente, Jeff Immelt, integra el comité de asesores de Trump, es una de las que se ha pronunciado en contra: “Tenemos muchos empleados oriundos de los países mencionados”, dijo.

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A las políticas migratorias se suma las anunciadas medidas proteccionistas para que las empresas de capital estadounidense instalen fábricas y generen empleos.

“Esto es aterrador”, dice Adam Posen, presidente del Instituto Preston para la Economía Internacional, un grupo de investigación que promueve el libre comercio. “Es el cambio de rumbo más grande que hemos tenido desde la Segunda Guerra Mundial. Recuerda lo sucedido en los años 20 y 30 (del siglo XX), cuando Estados Unidos dijo, en contra de sus propios intereses, que todo el mundo nos estaba estafando”, agrega.

China al igual que México son dos de los países más cuestionados por Trump por el tema comercial y migratorio, en su orden.

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El mexicano Carlos Slim, el cuarto hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, también se ha pronunciado sobre las acciones de Trump. En rueda de prensa realizada el 27 de enero pasado, Slim aseguró que Trump plasmó en su libro titulado Grande otra vez, publicado en 2015, los argumentos de sus políticas incluidas las medidas proteccionistas: Se trata de “un importante cambio en la forma de hacer política y gobernar”, dijo.

Iván Rivera, director del Programa de Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de la Espol, considera que la forma de gobernar de Trump hasta ahora ha sido consistente con el relato construido a lo largo de su campaña electoral: “Un relato que tiene como base volver a la ‘Gran América para los americanos’. Es un presidente, ‘políticamente’ incorrecto, que toma decisiones por Twitter, lo cual está imponiendo una nueva forma de gobernar denominada tweetplomacy”, afirma vía e-mail.

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Rivera considera que Trump ha cimentado su victoria electoral en que Estados Unidos dejó de ganar y perdió respeto en el mundo. Es un discurso que ha sembrado la idea de que la presencia cada vez más importante de los inmigrantes en el país es parte de esa posición de ‘perdedor’: “Desde esa mirada sostiene la idea maniquea de los buenos y los malos: donde él se constituye en una especie de héroe en su lucha por defender a los estadounidenses y “volver a Estados Unidos grande”.

Para el diplomático Mauricio Gándara, del régimen del multimillonario se esperan periodos de inestabilidad en temas comerciales y migratorios: “Es un misterio para el mundo por una serie de contradicciones. Por ejemplo, se lanza primero en contra de China al coquetear con Taiwan y luego ha tenido que reconocer que la política estadounidense es de una sola China”, asegura.

La posición de Trump parece estar clara al dar su espaldarazo al primer ministro japonés, Shinzo Abe, tras reunirse con él el 10 de febrero: “Estamos comprometidos con la seguridad de Japón y de todas las áreas bajo su control administrativo”, en aparente referencia a las islas Senkaku, administradas por Japón, pero reclamadas por China. (I)

¿Cuándo fue la última vez que alguien vio ganarle a China, en un acuerdo comercial? Nos matan. Yo le gano a China todo el tiempo”.Donald Trump, Presidente de EE.UU.

 

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