Los cuencanos esperan poder despedirse de quien para muchos fue su orientador y maestro espiritual, monseñor Luis Alberto Luna Tobar.

Sonia Calle, quien trabajó en la curia con el clérigo que falleció ayer, dijo que en el prelado siempre fue su apoyo, que cuando tuvo su primera hija, monseñor la ayudó a encontrarse con la vida.

“Ya descansas mi precioso, te esperaste hasta entender qué sentido puede dar la muerte a la vida. Si era tu vida la que me dio sentido. Mis hijos y yo te agradecemos porque fuiste mi escudo ante muchos. Descansa en paz mi precioso”, dijo la mujer con un tono de nostalgia.

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Fernando Vega, quien fundó con Luna la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Cuenca, tras el desastre de la Josefina, lamentó la pérdida de Luna, pero dijo que se esperaba el descanso de quien, a pesar del alzhéimer, nunca perdió completamente sus pensamientos.

Él recuerda que a finales del año anterior, cuando visitó a monseñor, este aún rezaba el Padre Nuestro y otras oraciones en latín, y que aún en su situación era muy astuto: “Le decían: ‘monseñor, le vino a visitar Fernando Vega’. Y él respondía: ‘sí él siempre me visita’. Algo que no era tan cierto”, dijo Vega mientras se reía a carcajadas.

El legado de Luna nunca morirá, comentó Vega, por su valiente postura para enfrentar la política y a los políticos. Y al mismo tiempo la ternura que irradiaba al momento de reclamar por los derechos de los que menos tenían.

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“Pero también nos permitió ser auténticos, tomar nuestras propias decisiones, porque nunca fue un caudillo y amó la libertad por sobre todas las cosas”, añadió Vega. (I)