A 10 millas de la costa de Manta navegaba la corbeta misilera Las Ríos, con llovizna y al vaivén de las olas. Los vigías en los extremos y desde el interior de la embarcación, a través de un moderno radar, inspeccionaban lo que sucedía en altamar. Era el lunes 30 de enero, a las 11:00, cuando las tareas de control se interrumpieron.

Un hombre con fractura de brazo en una embarcación fue la alerta desde tierra. A los pocos minutos se sumó un helicóptero naval para el rescate aeromédico. Luego de sobrevolar se ubicó a 200 metros de altura, en forma diagonal.

Lanzó una ‘línea de vida’, una cuerda que personal de la embarcación templa para que baje el rescatista a la cubierta. Le colocó el arnés al herido y lo subieron por la grúa de la nave.

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En unos diez minutos se realizó este ejercicio (maniobra Limsar), como parte del entrenamiento y evaluación de un piloto y su dotación (rescatista, operador de grúa, entre otros marinos), quienes relevarán a sus compañeros en Galápagos, señaló el capitán de fragata Aurelio Mejía Espinosa, comandante de corbeta Los Ríos.

Una segunda actividad fue la izada de otro herido y el rescatista, al mismo tiempo, hacia el helicóptero. Luego un náufrago –representado por un muñeco– sorprendió al vigía de la embarcación. El capitán ordenó girar y dirigirse al hombre para su rescate. Dos hombres rana se lanzaron con sus trajes, lo sujetaron con unas cuerdas y este fue elevado a través de una grúa de la embarcación.

La corbeta tiene la plataforma para llevar al helicóptero y un avión no tripulado para el control marítimo, pero por el ejercicio la nave se trasladó desde tierra.

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Llegó desde mediados de enero para reforzar la vigilancia acuática en Manabí y el sur de Esmeraldas, donde se ha registrado un repunte de actos ilícitos, como robos de motores y a pescadores, comentó el capitán Mejía, quien no dio cifras de cuánto fue el aumento.

Al día hacen 30 inspecciones y abordajes a embarcaciones sospechosas para confirmar la documentación, número de motor y las matrículas de las personas. También se realiza la interdicción de buques para confirmar su actividad y, además, envían al helicóptero para identificar las naves, refirió.

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Agregó que cuentan con un banco de información con el sitio donde están operando, el rumbo que llevan y el nombre de la nave.

Desde la proa de la corbeta se observa el horizonte, unas dos millas de distancia sin ninguna presencia. Pero con el radar moderno que se instaló a fines del 2015, como parte de la modernización de la corbeta, se puede tener una visión de hasta 20 millas de distancia.

Con el equipo anterior solo detectaban la presencia de naves a siete millas. Y con las aeronaves no tripuladas, la visión es de hasta 200 millas.

Actualmente, la corbeta Los Ríos está casi lista. Solo falta instalar el sistema de gestión de recursos, que involucra consolas de operación de su sistema de control de vigilancia, de armas, de detección. Se lo hará de marzo a noviembre, afirmó.

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En total son tres en recuperación con una inversión de 70 millones de dólares. Las otras dos están previstas que se entreguen también en este año. Con esa modernización se alarga la vida útil de estas embarcaciones de la Armada por 20 años más.

Además, la institución naval cuenta con otras unidades, submarinos, aeronaves no tripuladas, cuerpo de guardacostas, entre otras, para ejecutar operaciones de vigilancia y control de los espacios acuáticos del país. (I)