Con el título de Campeón Nacional en categoría 80 km, en la disciplina Endurance, Juan Carlos Andrade consiguió la primera medalla para Guayaquil, en este torneo de jinetes que se realizó a inicios de diciembre del 2016, en la provincia de Cotopaxi, organizado y avalado por Endurance Ecuador y la Federación Ecuatoriana de Deportes Ecuestres (FEDE).

Junto a su yegua Pavita, este guayaquileño de 57 años, alto, con la cabellera un poco platinada, pisada firme y contextura ancha, hicieron el mejor binomio para obtener este logro, el primero que consigue Juan Carlos en esta disciplina que practica hace cuatro años de los 53 que lleva dedicado a la equitación.

Según Juan Carlos, el amor por los caballos lo lleva en la sangre desde muy pequeño, heredado de su abuelo, Efraín, quien además de haberle enseñado a montar a caballo a los 3 años, también fue jinete.

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Con una gran sonrisa, recuerda que siempre prefería pasar las vacaciones o los fines de semana con su abuelo en una hacienda que tenían en la provincia de Los Ríos, cuidando a sus primeros caballos: Flor de Lima, Chocolate y Aldilá.

Juan Carlos, que reside en la Isla Mocolí, cuenta que todas las semanas viajaba desde el viernes por la tarde para poder levantarse antes de las 06:00, el sábado, y así montar a caballo. Este ritual lo repitió siempre durante las vacaciones escolares, pues prefería estar en el campo que ir con sus hermanos a la playa.

Con su abuelo, además de la equitación, salto y polo, aprendió cómo enseñarles a hacer destrezas a los caballos, creando un lazo cercano de amistad con estos animales a los que describe como criaturas dóciles, libres, amantes de los ambientes naturales y obedientes.

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A los 12 años, luego del fallecimiento de su abuelo, decidió continuar perfeccionando este deporte por lo que se inscribió en la Escuela de Equitación de la Policía Montada del Guayas.

A los 18 años tuvo su primera cuadra (conjunto de caballos) conformada por Pecas, Alondra, Séneca, Vikingo, Gitana y Cafir.

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Desde 1980, cuando tenía 20 años, fue miembro del Guayaquil Polo Club, y de Lacosta Country Club, hasta el 2010.

En 1996 fue Campeón Nacional de Polo, disciplina que practicó por 30 años.

Aunque asegura que cuando se trata de equitación, todo le gusta, en cada disciplina que ha practicado de este deporte, ha disfrutado de aspectos diferentes. En polo resalta la adrenalina que se siente por la competencia, asegura que el jinete siente el compromiso del caballo en el juego, “los caballos son muy competitivos y se entregan al juego, salvan la pelota, hacen bloqueos, se crea una química espectacular”, dice emocionado. En cuanto al salto, asegura que era un hobbie.

A la práctica de Endurance llegó sin imaginarlo, hace cuatro años, cuando vivía en Quito por cuestiones de trabajo, ya que él también es empresario, además de piloto. Allá aprendió la utilización del caballo de estirpe árabe para un trabajo en el campo, es decir aprender a montarlo de una manera libre para conseguir determinado objetivo, y esto despertó su interés en dicha disciplina.

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En Endurance se pone a prueba la velocidad, habilidad y resistencia física y psicológica del jinete y su caballo, ya que ambos deben recorrer largas distancias en un mismo día, por terrenos diversos y a contrareloj.

Para conseguirlo es vital que el jinete dosifique el esfuerzo de su caballo, ya que al final el jurado controla las pulsaciones del caballo; si estas sobrepasan el nivel permitido, el binomio es descalificado así haya concluido la prueba.

Indica que esta disciplina exige una técnica y estrategia muy bien estructuradas por parte del binomio que compite. “Aquí la obediencia del caballo se traduce en su resistencia, y lo que me gusta de la disciplina es que no se trata solo de llegar a la meta, sino de hacerlo bien, procurando el bienestar del animal”.

Desde hace cuatro años, una vez que se estableció en Samborondón junto a Kyra Kalil, su segunda esposa, practica Endurance a tiempo completo, no solo como preparación personal para los campeonatos, sino en la escuela de equitación Montebuijo, que está frente al hipódromo Miguel Salem Dibo, la cual fundó también hace cuatro años.

Como couch FEI, lo que significa que está habilitado para enseñar deportes de hípica, mantiene su rutina de entrenamiento como lo hacía de niño, en su escuela. Se levanta a las 05:30, a las 06:00 ya está equipado con las botas, o chaps livianos y su casco, listo para comenzar con las clases.

Su meta ahora es prepararse para los 11 campeonatos de 120 km, en los que deberá participar desde febrero, en Cotopaxi, Azuay y Pichincha, para conseguir el pase directo a los Panamericanos, que se realizarán en octubre, en Uruguay. Su anhelo es llegar a participar en el Mundial que se realizará en Carolina del Norte, Estados Unidos, en septiembre del 2018.

Juan Carlos tiene tres hijos, de su primer matrimonio: Juan Diego, Verónica y Bianca. Los tres son deportistas y fueron sus alumnos de equitación. Tiene 7 nietos.

En sus ratos libres le gusta hacer gimnasia, ir a la playa, y prefiere disfrutar de comida saludable como las ensaladas, ya que debe mantener su peso por la práctica de este deporte. (I)

Dicen de Él “Admiro el amor con el que se entrega a sus estudiantes y a la práctica del deporte. Es perseverante”.Kyra Kalil, Esposa