Estuve presente en el debate presidencial 2017 organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil (CCG). Fui con ilusión de escuchar a los candidatos en un ambiente de confrontación educada, pues la institución organizadora ha dado muestras de acuciosa organización de otros eventos.

La primera impresión que tuve fue la descoordinación. La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) me impidió el paso al parqueadero del Centro de Convenciones, me causó malestar, sin embargo, entendí que podía ser por medidas de seguridad. Tuve que parquearme al frente del CCG, donde guardias de turno ofrecieron cuidar mi carro a cambio de una “retribución” como es costumbre en nuestra ciudad. Al entrar me di cuenta que había carros que pasaron la “seguridad”, yo no pude a pesar de mostrar mi tique de admisión al evento; y peor, dejaron transitar carros con banderas de tinte político cuando las reglas de la CCG decían que no podían ingresar bajo tales características. Me topé con una de las filas para el ingreso de personas, en la fachada principal y aún siendo las 20:00 no permitían que entremos, sin embargo, en las consideraciones de la Cámara, indicaba que las puertas las abrían a las 19:00. Desistí de formar la fila, avancé por la parte trasera del local, me metí en otra cola, pude ingresar entre empujones y filtrados sin tique. Busqué un puesto. Las reglas del evento decían ropa semiformal y no hacer alusión ni porras a los candidatos. Cuando la señora moderadora comenzó a nombrar a los presidenciables, en especial tres, tenían cada uno barras que hicieron galas de sus poderíos vocales; existió abucheo general contra un candidato por su inasistencia. El evento fue transmitido no solo a nivel nacional sino internacional, dejando muy mala imagen de nuestro país. Esas barras hacían porras en cada respuesta (sin analizarla), que daban sus candidatos provocando malestar notorio al otro candidato al que le tocaba la siguiente pregunta, ya que no podía escuchar a la moderadora. Lo descrito fue reiterativo durante todo el debate, la bulla impedía escuchar. Si existían reglas para el público debieron ser cumplidas a cabalidad y ser retirado el primero que haga proselitismo. Ni la compañía de seguridad ni la Policía Nacional hicieron algo.

Los candidatos manifestaron sus posiciones, unos dogmáticos, otros reales, otros ilógicos...; que deben ser analizados por quienes ejerceremos nuestro voto. Debo decir mi desilusión por la participación de los candidatos, la mayoría tenía una específica misión, atacar; no hubo el combate intelectual que esperé con ilusión, no existió debate, existieron discursos dispersos de promesas políticas y ataques específicos y estratégicos. Termino esta carta con una referencia del exvicepresidente del Ecuador León Roldós Aguilera en un discurso de agosto de 1979: “La democracia depende del gobierno que iniciamos, de la conducta y del tino de los mandatarios ejecutivos, de la Cámara Nacional de Representantes, de la Función Jurisdiccional, de las Fuerzas Armadas, de los partidos políticos, de la opinión pública, del pueblo. Nada es primero. Todo es primero”.(O)

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Byron Andrés Sotomayor Noboa,
34 años, abogado; Guayaquil