Hace tres años los condóminos del edificio Vizcaya Garden, en Los Ceibos, acordaron que reciclar era una necesidad. Tuvieron dos motivos: cuidar el ambiente y evitar que quienes buscan plástico, cartón y otros materiales rieguen la basura depositada en fundas.

Gianella Barbery recuerda que la administración dotó a cada habitante de dos baldes, uno rojo para depositar botellas de plástico y uno azul para vidrio, acompañados de cinta de los mismos colores para sellar fundas para identificar lo que contienen.

“Nos pusimos de acuerdo porque veíamos que había muchas botellas plásticas y venían chamberos y dañaban la basura”, relata. En su familia se mantiene la costumbre de seleccionar los desechos, aunque reconoce que no todos los vecinos lo hacen. Como buscando un motivo señala que, seguramente, cuando se les acabó la cinta no volvieron a comprar y sin identificación se mezclaba todo por lo que dejaron de cumplir con el reciclaje.

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No obstante, cree que son varios los que seleccionan la basura en el edificio porque todos los días una persona va a buscar lo reciclado para venderlo.

Recuerda que, incluso, el año pasado jóvenes de la Espol iban a buscar el material reciclado.

Barbery dice que sus hijas, de 13 y 10 años, están creciendo con la cultura del reciclaje y que en sus dormitorios tienen tachos para los desechos escolares: cartulinas, cartón, cuadernos.

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Cree que el reciclaje no es una generalidad en los hogares por el poco conocimiento sobre lo nocivo que es el plástico o una batería con el ambiente, pero al menos ya algunos lo hacen, lo que no veía en su niñez. (I)