Fuerzas iraquíes encontraron en la ciudad de Mosul mostaza sulfurada, un agente químico empleado como arma de guerra, así como un arsenal de misiles rusos tierra-tierra, indicó ayer un oficial iraquí.

Oficiales franceses hicieron pruebas durante esta semana al agente químico y confirmaron que era mostaza sulfurada, indicó el general de brigada Haider Fadhil, de las fuerzas especiales iraquíes.

Las fuerzas iraquíes mostraron a los periodistas en el este de Mosul un tanque de la sustancia y un almacén con más de una docena de cohetes tierra-tierra con inscripciones en ruso.

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Fadhil dijo que la clase de cohetes encontrados le hacía sospechar que el grupo extremista Estado Islámico estaba experimentando con los proyectiles para desarrollar una forma de emplear el agente químico como arma.

Autoridades iraquíes y estadounidenses han advertido varias veces de los intentos de la milicia radical de desarrollar armas químicas. El grupo extremista ha realizado ataques con armas químicas de bajo nivel en Irak, que causaron algunas bajas.

Combates en Siria
Mientras las fuerzas iraquíes avanzan a paso lento en Mosul, Turquía, que intenta tomar la ciudad siria de Al Bab en manos de los yihadistas al precio de importantes pérdidas, se enfrenta al mayor desafío de su intervención militar en Siria.

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La ambiciosa operación Escudo del Éufrates, que busca dar apoyo a los rebeldes sirios, comenzó rápidamente y con mucho ruido a fines de agosto cuando se desalojó a los yihadistas del EI de diferentes localidades del norte de Siria, entre ella Jarablus.

Al menos 48 soldados turcos murieron en esta operación, la mayoría en la batalla iniciada el 10 de diciembre para recuperar la ciudad de Al Bab.

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El presidente Recep Tayyip Erdogan aseguró el pasado viernes que Turquía “terminará su trabajo” en Al Bab, y precisó que no sería necesario luego avanzar aún más sus posiciones en territorio sirio.

Ankara, que se queja regularmente de la falta de apoyo de sus aliados de la OTAN, tiene desde hace poco el respaldo de su nuevo aliado: Rusia.

Pero las segundas Fuerzas Armadas más importantes de la OTAN deben hacer frente a esta operación en Siria con una estructura de mando debilitada por las purgas de Erdogan tras el golpe de Estado fallido del 15 de julio.

“Los rebeldes con los que combate Turquía están mal entrenados y se mostraron, durante años, incapaces de conquistar o preservar territorio”, afirmó Aaron Stein, del centro Rafic Hariri para Medio Oriente, lamentando la “falta de recursos” de la operación lanzada por Ankara. (I)

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