Su mamá quería que fuera radiotécnico para que así ayudara en la casa, pero a Augusto Enríquez desde niño le atrajo un mundo más sensible y escribía poesía, por eso aceptó la condición de su madre, Colombia Carrillo, de que si quería estudiar la especialización de Sociales debía trabajar y estudiar por las noches. Lo hizo en el Ati II Pillahuaso, donde una profesora de inglés lo llevó un día a un taller de teatro que organizaba el Municipio. “La maestra se quedó una semana y yo me quedé hasta ahora”, dice entre risas.

A Augusto se lo recuerda mucho por sus innumerables personajes en las obras de El Juglar, su primer grupo, donde incluso llegó a dirigir luego del retiro de Ernesto Suárez, su fundador.

También por su actuaciones en obras del grupo Kurombos, que él dirige y formó hace 20 años junto con su esposa, la también actriz Miriam Murillo; así como en otros escenarios como el Teatro Centro de Arte, el microteatro, entre otros, y en la televisión.

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De él se puede decir que se dedica todo el día, todo la semana, todos los meses y todo el año al teatro, ya sea como actor, director, profesor y gestor cultural. En Kurombos imparte talleres para niños, jóvenes y adultos; para el teatro Centro de Arte produce dos obras infantiles y una para adultos al año. El año pasado fue Sueños de una noche de verano. “Producir una obra para adultos para un escenario como el teatro Centro de Arte demanda tiempo, por ensayos, escenografía, vestuario , la parte técnica...”.

Además, da clases de teatro, expresión corporal e Historia del Arte, diariamente, desde hace 30 años, en el colegio Vida Nueva (en el Barrio Centenario). “Estuve el año pasado en otro colegio , pero tuve que retirarme porque no me daba el tiempo”, indica el actor, que también imparte talleres en la Facultad de Artes Liberales de la UEES, y por si fuera poco actúa, produce, adapta y dirige obras para el microteatro.

Con los 15 integrantes del grupo Kurumbos, formados por él y su espsosa desde niños, también realiza montajes para fundaciones y participa en proyectos para entidades públicas como la Prefectura y para ONG como Plan Internacional, por la cual ha viajado a Holanda por dos años consecutivos con un grupo de niños para presentar obras infantiles.

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Sencillo, con facilidad de palabras y mucho carisma, Augusto dice que “yo soy un teatrero porque soy actor, director, pedago, diseñador de proyectos culturales, mi vida es eso, ciento por ciento actuación”.

Añade que “debo ser en Guayaquil uno de los pocos actores titulados para enseñar”.

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Es que él nunca ha dejado de prepararse. Cuando Ernesto Suárez dejó El Juglar, Augusto asumió la dirección y los talleres y fue cuando conoció a Mirian, con quien se casó y ambos se fueron a Argentina. “Nos dijimos, tenemos la práctica, la experiencia, pero no lo académico y nos fuimos a Mendoza, estuvimos cinco años. Yo aproveché e hice dos carreras: Actuación y dirección escénica y Pedagogía teatral”, indica Augusto, que está por terminar la licenciatura en Lenguaje y Literatura en la Universidad Técnica Particular de Loja.

Miriam y Augusto tienen una hija biológica de 15 años y decenas, considerados así, porque los han formado en el mundo de la actuación.

“Al principio me costó, yo era muy tímido, nada comunicativo, y en el teatro encontré un espacio donde podía comunicarme, romper barreras”, dice sobre sus inicios.

A las personas que quieren estudiar actuación Augusto les aconseja: “Deben tener disciplina, porque se deben entregar, compromiso, porque muchos se acercan con la idea de ser famosos, de salir en televisión, y eso se da con el tiempo, cuando ha adquirido dominio de sí mismo”, dice Augusto, que ya prepara obras para este año.(I)

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“Para estudiar actuación se debe tener disciplina, compromiso, muchos se acercan con la idea de ser famosos, de salir en televisión, eso se da con el tiempo, cuando ha adquirido dominio de sí mismo”,