“¡Al sur, al sur!”, grita un hombre de llamativa camiseta naranja, jean y gorra blanca en la esquina de Antepara y 9 de Octubre, en el casco comercial. Su potente voz se escucha entre el ruido de autos y buses que circulan por la zona.

El hombre con una hoja lleva el control de autos que se parquean al pie de esa acera. Por momentos se apoya en una pared, pasando desapercibido hasta que vuelve a vocear: “¡Al sur, al sur!”. En minutos, dos hombres y dos mujeres le consultan cuál es el auto e ingresan a un 4x4 Grand Vitara.

En este punto, y otros ubicados en Pío Montúfar y 10 de Agosto, y en Olmedo y Boyacá, en el centro, hay servicios de taxirrutas.

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A esos lugares llegan decenas de usuarios que buscan esas unidades para ir más rápido, a cambio de $ 1, por la av. Machala, 25 de Julio hasta el Guasmo sur.

Son las 19:15 del viernes último. En plena hora pico, buses circulan llenos de usuarios y el hombre de camiseta naranja direcciona a los usuarios hacia autos sedán, 4x4 y furgonetas –sin ninguna identificación– listos para movilizarlos al sur.

A esa hora, una camioneta de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) cruza por la calle Antepara sin percatarse de la actividad que es catalogada como informal. No hay filas que llamen la atención, los usuarios llegan, consultan disponibilidad y se suben a las unidades.

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Entre los usuarios hay aceptación del servicio. Isaac Pazmiño dice usarlo por seguridad, ya que ve insegura la zona para tomar buses. En media hora llega a su hogar en La Floresta. En cambio, en Metrovía o bus público se haría una hora, señala.

En Pío Montúfar y 10 de Agosto, cerca al Mercado Central, también se estacionan dependiendo de la llegada de usuarios. “Vamos hacia el sur largo por la av. 25 de Julio y de ahí nos metemos al Guasmo”, dice un encargado.

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En este punto no hay grito de ofertas, los usuarios se acercan y van por su unidad. “En el parque Centenario se puede tomar (taxirruta) a Durán”, añade.

En la av. Olmedo y Boyacá se ubica otra hilera de unidades informales. El servicio es ofrecido día y noche regularmente hasta las 20:00.

“Es más ágil y directo, a veces van cuatro personas o menos... peor es el bus que va lleno o demora”, señala Samuel Samaniego, comerciante que va hasta La Playita. Otra usuaria de este servicio informal recalca que busca evitar el supuesto acoso en la aglomeración en buses públicos.

Pese a los controles a esta actividad ilegal, en ningún punto se observaron agentes de la ATM durante el recorrido que hizo este Diario. Hasta las 19:00, la entidad no respondió a una consulta efectuada sobre este tema. (I)

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