La Policía brasileña controló ayer un motín en una cárcel de Natal, en el noreste, que sumó entre 10 a 30 muertos a los más de cien que ya dejó una guerra entre facciones criminales desatada en centros penitenciarios en lo que va del 2017.

Las fuerzas de seguridad ingresaron en la mañana al presidio de Alcaçuz, el mayor del estado de Rio Grande do Norte, unas catorce horas después de iniciada la rebelión. Un comunicado de la Secretaría de Seguridad Pública del distrito informó que había “por lo menos diez muertes confirmadas”. Las autoridades aún trabajan dentro del recinto para determinar el saldo definitivo del motín, dijo el secretario de esa área, Caio Bezerra.

“No podemos aún precisar la cantidad final de víctimas (...). Vamos a verificar la extensión de los daños”, afirmó al canal de noticias Globonews.

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La rebelión empezó en la tarde del sábado y estalló luego de que reos supuestamente de varias organizaciones criminales lograron salir de sus pabellones para enfrentarse brutalmente.

El coordinador de la administración penitenciaria estatal, Zemilton Silva, señaló en la víspera que había cuerpos decapitados, un símbolo recurrente del nivel de violencia que se vive en las cárceles superpobladas del país. (I)