Cerca de 20 kilómetros es el recorrido en bicicleta que realiza Pedro Baquerizo, varias veces a la semana, desde su casa, ubicada en la urbanización Guayaquil Tenis Club, en el km 4,5 de la avenida Samborondón, hasta el km 5,5 de la vía a Daule, que es el sector donde queda su oficina.

Viste ropa deportiva, lleva un casco, buff, guantes y maniobra con equilibrio y cautela su transporte que está dotado de luces, herramientas para reparar en caso de daños, un parlante y otros implementos necesarios para el largo recorrido. El residente de 53 años, sale de su casa a las 06:30 y llega a las 07:20, regresa a su vivienda a las 17:40. El trayecto de ida y vuelta en su vehículo tardaría una hora con diez minutos. Cuando va a su trabajo solo se detiene en Lomas de Urdesa para comer frutas y un poco de granola.

Aunque su rutina es arriesgada, debido a que circula por vías peligrosas, junto con conductores de motos y vehículos pesados y livianos que van de prisa y algunos quizás estresados por el tráfico, para él las ventajas superan el temor, ya que ir en bicicleta le evita perder tiempo por el congestionamiento vehicular y además le ayuda a mejorar su salud física, emocional y espiritual; y cuidar el ambiente. Los mismos beneficios encuentran más de diez moradores del sector que han optado por ir a su trabajo en bicicleta. Algunos practican ciclismo de montaña, otros lo hacen por hobby. Aseguran que en el trayecto van por la derecha de la vía, no por las veredas, porque respetan las normas de tránsito.

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“Cuando salgo me encomiendo a Dios. Hay que igual ir con precaución y no confiar. Me siento como un adolescente, me gusta la bicicleta, me encanta. La uso porque no le veía sentido estar una hora en el carro en medio del tráfico, encerrado, peleándome con todo el mundo por un espacio de calle. Yo llegaba estresado e histérico al trabajo porque ya era tarde. Sobre todo es bueno porque evito utilizar mi carro que tiene un alto cilindraje, yo soy consciente de que yo emito demasiado CO2 en ir y venir (en su carro)”, reflexiona Pedro.

Comenta que para salir a la vía necesita una previa preparación. Lleva unos siete años practicando ciclismo, antes de hacer este deporte jugaba fútbol.

Su etapa de formación también le costó. “Me he roto un hueso y me he raspado la rodilla, (el hueso) me lo rompí entrenando en la vía a Samborondón porque no había una tapa de alcantarilla, y era de madrugada, no la vi. Pero eso nada importa, yo disfruto pedalear”, afirma.

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Para hacer uso de la bicicleta debió habilitar un baño en su trabajo, cuando llega entra en la ducha y se cambia la ropa deportiva por una formal o casual.

Luly Ossa Bianchi, de 35 años, también va en bicicleta a su trabajo, ella llega vestida con casco, pantalón casual, saco y zapatos de taco. Su trayecto a diario es desde Entre Ríos hasta el Teatro Sánchez Aguilar, ida y vuelta, y luego desde Entre Ríos hasta el Club Deportivo Diana Quintana.

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“No practico ciclismo, es mi hobby para compartir con amigos caminos largos y desplazarme a los lugares más cercanos. Los beneficios de ir al trabajo en bicicleta es que es muy divertido, ayudas a tu corazón a ejercitarse y trato de ayudar con un granito de arena al (no) calentamiento global ”, explica Luly.

La misma emoción de Pedro y Luly la experimentan Luis Avellán, de 52 años, y su hija Andrea, de 18 años. Ellos salen de la urbanización Entre Ríos y se dirigen hasta el centro comercial Las Terrazas, donde funciona su negocio, Bio Market. “Resulta más conveniente trasladarme en bicicleta porque si lo hiciera en mi vehículo, demoro más, contamino más y resulta incómodo porque vivo muy cerca y en el carro debo darme una vuelta muy larga para llegar a mi oficina; en cambio en la bicicleta llego en seis minutos, hago algo más de ejercicio. Estoy contribuyendo a mi salud y al planeta. En carro me toma entre 15 y 20 minutos”, expresa Luis.

Él practica ciclismo de montaña, y en ocasiones pedalea con su hija dentro de la ciudad visitando los sitios más turísticos. Ellos van a su trabajo en bicicleta desde hace dos meses.

Andrea Losada, también residente de Entre Ríos, empezó a trasladarse a su oficina en bicicleta desde el 2015. Va desde su casa hasta la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), tarda unos diez minutos.

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“La uso para ir más rápido, es divertido y bajo de peso. Lo recomiendo porque ayuda a que las personas sean más conscientes con el ambiente”, asegura Andrea y agrega que el uso de este transporte contribuye a disminuir el tráfico.

Raniero Testa, por su parte, la utiliza para trabajar entregando facturas en el sector, en ocasiones avanza hasta Guayaquil.

Falta de espacios
Los residentes sugieren que se construyan áreas para ciclistas a lo largo de la avenida Samborondón, que les permitan conectarse de un lado al otro. “Resulta un reto hacer un pedaleo urbano”, expresa Luis sobre este tema.

Fernando Sandoya, ingeniero civil y con un Ph.D. en modelo de transporte, docente investigador de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), afirma que la bicicleta es un transporte prioritario y que las autoridades deben darle importancia, construyendo infraestructura vial y creando ordenanzas para la seguridad de quienes van en este transporte.

Gabriel García, director de Obras Públicas del Municipio, asegura que dentro del proyecto de construcción del puente está previsto que se implemente un área exclusiva para ciclistas. “La idea del alcalde (José Yúnez) es poco a poco terminar de hacer una ciclovía a lo largo de la vía”, indica García sin precisar medidas ni plazos.

El puente estará listo en el primer semestre del próximo año. (I)

La bicicleta es un transporte prioritario, se deben tomar medidas para darle importancia, en todos los reglamentos y ordenanzas. Hay que estructurar una ciclovía”.Fernando Sandoya, Experto en transporte