El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, asumió ayer por cuarta vez la presidencia de su país, en esta ocasión con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con hegemonía parlamentaria y sin obstáculos para impulsar su agenda.

Managua, adonde llegaron delegaciones de varios países, permaneció bajo fuertes medidas de seguridad, con unidades de élite de la policía apoyada por perros adiestrados y el cierre de vías en un área de unos 3 km alrededor del lugar donde se tenía prevista la ceremonia.

Ortega gobernará hasta el 2022 con 71 de los 92 diputados en el parlamento.

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En círculos económicos no se esperan grandes cambios a los ocurridos en los 10 años que lleva Ortega en el poder, según algunos observadores.

“Será más de lo mismo (...), de todo lo que ha sucedido hasta el 2016: un monólogo, las mentiras (sobre proyectos) que dicen que van a hacer, la fantasía, la migración de la gente que no quiere meterse a problemas”, dijo el sociólogo Cirilo Otero, del Centro de Iniciativas Políticas y Ambientales. (I)