Más de un millón de personas asistieron el lunes pasado en Manila, a pesar de la amenaza de atentados, a la procesión anual del Nazareno Negro, una de las más impresionantes manifestaciones de devoción católica en ese país.

Los fieles estaban convencidos de que la efigie de Jesucristo, que carga sobre sus hombros una gran cruz negra, posee poderes milagrosos y puede curar enfermedades y aportar buena fortuna.

“Si usted tiene deseos, serán escuchados si reza mucho”, explicó a la AFP Lolit Gonzales, de 45 años..

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Alrededor, la muchedumbre intentó acercarse lo más posible, para luego encaramarse en los hombros del vecino más cercano para abrazar al ícono, y frotarlo con un trapo blanco.

Gonzales, una esteticista de 45 años, estuvo convencida de que el haber participado hace 2 años en la procesión fue lo que la curó de un problema en una rodilla que, según los médicos, era necesario operar y utilizar medicamentos, cosas que su economía no le permitían.

El lunes pasado participó nuevamente en el paso para estar segura de que su enfermedad no volverá a afectarla, puesto que no cuenta con cobertura sanitaria y su salario es el único ingreso familiar.

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Muchos de los fieles hicieron la procesión descalzos, en tanto los termómetros superaban los 30 ºC. Una muestra de penitencia para recrear los sufrimientos de Jesús de Nazaret en su camino de la cruz.

Los católicos filipinos, el 80% de la población del archipiélago, viven su piedad de manera apasionada. (I)