Los años viejos invaden la calle 6 de Marzo y detrás de cada creación de papel hay manos de artesanos que durante el año se dedican a otros oficios cotidianos, pero que en los últimos meses entran de lleno al negocio de los años viejos.

Solo entre la calle Huancavilca y Capitán Nájera se apuestan unos 25 expendedores de monigotes. Allí, entre la pila de muñecos de papel están Jimmy Sánchez, Ulises Moncayo, Carlos Miranda y Freddy Alarcón.

Con un aerosol, Jimmy Sánchez, de 50 años, pinta parte del cuerpo del burro de la película Shrek para entregárselo a otro comerciante que lo revende a pocos metros.

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Él cuenta que se ha dedicado a la confección de monigotes hace doce años cuando aprendió en el taller de Hugo Cruz, ubicado en la misma calle.

En su taller, ubicado en el Guasmo norte, elabora 700 monigotes con su familia desde mediados de año. Los vende desde $ 20. “En mi casa me van a buscar y vendo unos 500 tengo clientes de la Sierra y acá”, dice el hombre que en una pausa almuerza en una tarrina.

A escasos metros está Ulises Moncayo, que hace tres años elabora monigotes grandes. Comparte esa actividad con la de payaso. Hace doce años llegó a vender juegos pirotécnicos, hizo conocidos y aprendió el oficio. Hoy, presenta una oferta de veinticinco años viejos, entre ellos, del jugador Jonathan Álvez, Toros de Barcelona y Pikachus.

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“En una semana me puedo tirar haciendo tres (años viejos)”, señala el payaso, que se hace llamar Frunita. Él con sus ingresos por la venta pretende ayudar en la cena de fin de año a su esposa, hija y madre. Además quiere instalar en su casa, en el norte, un local de venta de artículos para fiestas.

Freddy Alarcón se coloca en esa misma cuadra, en la que ha visto el aumento de comerciantes. Este jubilado junto con su esposa, Aracely Flores, fabrica monigotes, pero cada uno lo hace por su lado para evitar conflictos en la división del dinero, dice el hombre.

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Una vez que pase el año viejo espera con su ingreso comprar algo para el hogar e ir a la playa para retornar a la elaboración de caldo de manguera y venta de bebidas en su casa, ubicada en la misma cuadra de la 6 de Marzo. Por estos días, las jornadas son ajetreadas, pues su horario de venta en la acera de 6 de Marzo va desde las 07:00 hasta la medianoche.

Bajo una carpa, la familia Miranda Villao mantiene una venta junto a sus tres hijos y sobrinos. Carlos Miranda es el cabecilla, que tras perder su trabajo como estibador en el Puerto Marítimo hace 6 años se dedica a vender monigotes, que combina con la venta de legumbres en distintas ferias.

Vive en la 30 y Capitán Nájera y allí confecciona unos 100 monigotes entre pequeños y grandes de personajes de televisión y películas. Hasta el año pasado hacía solo pequeños.

Sus tres hijos, Joselyn, Misael y Erick, le ayudan a promocionar sus creaciones al pie de la acera. “Pregunte, pregunte”, anuncia Joselyn al que llega a cotizar los precios que van de $ 20 a $ 100. (I)

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Como empecé a vender juegos pirotécnicos aquí, me hice conocido y animaba la fiesta de un hijo o del otro y empecé con los trueques y (los artesanos) me daban moldes de años viejos.Ulises Moncayo, artesano y payaso