La ayuda se requiere todo el año

Una tragedia, como un desastre natural; la muerte de un familiar cercano, o festividades como Navidad pueden ser el preámbulo, el leitmotiv, de la multiplicación de conductas solidarias. Ocurrió en el país tras el terremoto del 16 de abril pasado y sucede cada diciembre cuando se organizan actos en los albergues a propósito de la celebración del nacimiento de Jesús.

La edición de diciembre de 2015 de la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud titulada La comprensión de la solidaridad. Análisis de estudios empíricos señala que el concepto de solidaridad es polisémico. “Enmarca desde prácticas de caridad (ayuda momentánea al necesitado) hasta esfuerzos constantes y profundos hacia la disminución del sufrimiento humano y la realización de la justicia”. En este análisis se indica que “las donaciones de dinero se ven influenciadas no solo por los recursos económicos de los donantes, sino también por su nivel educativo; incluso variables como el género y la edad también son determinantes”. Por ejemplo, “las mujeres mayores, económicamente más solventes y educadas, suelen hacer más donaciones que cualquier otro grupo social”.

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En Ecuador, la mayor parte de la solidaridad se canaliza con organizaciones no gubernamentales que operan en el área social. Según el sitio web de la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional, hay 90 ONG extranjeras de índole social que trabajan en el país.

Gaitán Villavicencio, sociólogo y excatedrático de la Universidad Estatal de Guayaquil, afirma que hay el riesgo de que los actos solidarios tengan un impacto: “Hay una predisposición anímica de los humanos de ayudar a sus congéneres..., pero no podemos confundir lo que es cooperación, solidaridad, filantropía con el problema del consumismo y el asistencialismo... En ese caso hay una suerte de degradación hacia la gente que se quiere beneficiar”.

Eduardo Romero, inspector del Hogar Corazón de Jesús de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, afirma que es preciso diferenciar el término solidaridad de caridad. “Darle una moneda a alguien que se arrastra en la calle es caridad... La solidaridad es un paso más largo. Pienso que en el mundo lo que falta es eso... Son pocas las personas que pudieran recoger a esa persona sola, enferma, que vive en la calle y decirle: ‘Ven a mi casa a vivir’, dice Romero.

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Ser solidario implica también dar tiempo a un abuelo que está en un asilo. En el Hogar Corazón de Jesús hay 350 ancianos: “Diría que un 70% de ellos no tiene visitas permanentes de sus familiares..., la enfermedad más común entre ellos es la soledad”. dice Romero. Del total de albergados, 160 no contribuyen con una mensualidad. El resto paga $ 120 al mes, pero solo la alimentación cuesta $ 160 mil cada mes. (I)