Luchando por poder alimentarse a ella misma y a sus siete hijos, en medio de una abrumadora crisis económica, la venezolana Zulay Pulgar decidió pedir en octubre a una vecina que cuidara de su niña de seis años.

La familia vive de la pensión de vejez del padre de Pulgar, que representa unos seis dólares mensuales al tipo de cambio paralelo, en un país donde los precios de muchos productos son inalcanzables para la mayoría.

"Es mejor que tengan otra familia que terminar en la prostitución, drogas o morirse de hambre", dijo la madre desempleada de 43 años, sentada en la entrada de su desvencijado hogar con su hijo de cinco años, su padre y su esposo, también sin trabajo.

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En el país, con un salario promedio de unos 50 dólares mensuales a la tasa no oficial, tres consejos locales de protección infantil y cuatro grupos de bienestar social confirmaron el aumento de los casos de padres que entregan a sus hijos al Estado, organizaciones benéficas, amigos o familiares.

El Gobierno no ha divulgado datos sobre el número de madres o padres que entregan a sus hijos, mientras que las organizaciones de asistencia social luchan por recopilar estadísticas de este nuevo fenómeno en Venezuela.

Aún así, la tendencia resalta el desgaste del tejido social de Venezuela y las dramáticas consecuencias de la profunda recesión y la inflación de tres dígitos que enfrenta el país con las mayores reservas de petróleo del mundo.

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Mostrando fotos de su familia de hace un año, donde se veían un poco más lozanos, Pulgar dijo que una comida que incluya pollo puede costar la mitad de sus ingresos mensuales. El desayuno es a menudo sólo pan y café, en tanto que el arroz lo reservan para el almuerzo y la cena.

Nancy García, la vecina de 54 años que tomó a la niña, trabaja en un supermercado y tiene cinco hijos. Dijo que no podía soportar verla pasando hambre.

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Cada día en el centro de servicio social del municipio Carirubana, en el estado Falcón, donde se supervisa el caso de Pulgar, más de una docena de padres pide ayuda a diario para cuidar a sus hijos en este rincón aislado y árido, que padece también de un insuficiente suministro de agua.

"El motivo principal es la falta de alimentos", dijo María Salas, directora del pequeño centro, que tiene escaso personal, coincidiendo con otros trabajadores sociales contactados por Reuters en otras zonas del país.

Salas agregó que su organización -el Consejo de Protección para Niños y Adolescentes- carecía de los recursos para hacer frente a la crisis, por lo que pidió ayuda a las autoridades para instalar al menos un comedor, pero no tuvo suerte.

No muy lejos de la oficina de Salas, las largas colas fuera de los supermercados bajo un fuerte sol explican por qué la vida de los padres se está endureciendo tanto, en una escena común en el país de 30 millones de personas.

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Los venezolanos sufren escasez de los bienes más básicos, desde comida hasta medicinas, a lo que hay que sumar el colapso de la moneda -que este año ha perdido casi un 80 por ciento de su valor en el mercado paralelo-, en una economía donde los dólares subsidiados del control de cambio también son escasos.

El Ministerio de Información de Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios.

El municipio Sucre en Caracas, que incluye a Petare, uno de los barrios humildes más grandes de la región, ha experimentado un aumento "exponencial" en los padres que buscan ayuda, dijeron funcionarios.

"Los padres vienen llorando", dijo la directora del Consejo de Protección del municipio, Angeyeimar Gil.

"Es una situación muy dramática porque es escuchar la tristeza de los papás al decir que no los pueden mantener", dijo. "Estamos atendiendo bastante situaciones de desnutrición, de niños que llegan al hospital con casos de escabiosis severa".

Dos tercios de 1.099 hogares con niños de diferentes clases sociales encuestados en Caracas dijeron que no están comiendo lo suficiente en un sondeo publicado la semana pasada por el grupo de defensa de los derechos de los niños Cecodap.

En algunos casos, los padres simplemente están abandonando a sus hijos.

El mes pasado, un bebé fue encontrado dentro de una bolsa en una zona relativamente acomodada de Caracas y un niño malnutrido de un año fue hallado abandonado en una caja de cartón en la ciudad oriental de Ciudad Guayana, informaron medios locales.

Gil dijo que había ayudado recientemente a encontrar lugares en orfanatos para dos recién nacidos, que habían sido abandonados por sus madres en hospitales después de nacer.

También hay más casos de niños mendigando o prostituyéndose, según trabajadores de bienestar social.