Para el sector turístico, el año ha sido fastuoso en España. Pero en la otra cara de este éxito hay mujeres de la limpieza que se han rebelado y se niegan a que les sigan pagando 2 euros por limpiar una habitación de hotel.

Según las estimaciones de los sindicatos, son 100.000 las mujeres que trabajan de camareras de hotel en España, tercer destino turístico mundial detrás de Estados Unidos y Francia.

Hartas de estar mal pagadas desde hace dos años muchas han presentado denuncias en los tribunales.

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Es el caso de Pepita García Lupiáñez, empleada de hostelería desde hace 40 años en la localidad andaluza de Torremolinos, en la Costa del Sol.

A pesar de un trabajo que "sigue siendo muy duro", a sus 59 años puede decir que está entre las mejor tratadas, con un contrato a tiempo completo remunerado a razón de 1.300 euros mensuales.

"Es totalmente ilegal. Una de las cosas más terribles de estas empresas es que dicen: hasta que no termines, no te vas a ir", cuenta esta militante del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), muy crítica con la reforma laboral de 2012.

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Antes de ese año, ninguna limpiadora podía ganar menos de lo previsto en el convenio colectivo del sector de la hostelería. Sin embargo, la reforma le da ahora la primacía al convenio de empresa.

Además, se ha generalizado la externalización, lo que redunda en condiciones más precarias.

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"En numerosos hoteles se ha sustituido el personal contratado de forma directa por empresas de multiservicios", explica Ernest Cañada, autor del libro "Las que limpian los hoteles".

Muchas de estas empleadas dependen ahora del convenio del sector de la limpieza o del de una empresa en particular, lo que permite pagarles "hasta un 40% menos", según CCOO.

Más de 400 habitaciones al mes

"Las camareras de piso hemos dicho: 'explotación, basta ya', ya no vamos a sufrir y callar", abunda Carolina Martín, una limpiadora de 46 años que trabaja en Sevilla y denunció a su anterior empleador.

"Solo ganaba 700 euros y tenía que limpiar hasta 400 habitaciones al mes. Nos daban 2 euros más o menos por habitación", recuerda.

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Ahora, en su nuevo trabajo en un hotel de cuatro estrellas del centro de Sevilla gana "618 euros, con un contrato de 30 horas semanales". El estrés, dice, es "permanente", y no tiene apenas tiempo para sentarse o ir al baño.

La acumulación de denuncias, sin embargo, está empezando a dar fruto, ya que 46 de los 58 convenios impugnados ante la justicia desde mayo de 2015 han sido anulados, según CCOO y UGT, el otro gran sindicato español.

El gobierno conservador de Mariano Rajoy, por su lado, se congratula de la reducción del desempleo (que cayó este año por debajo del 20% tras alcanzar el 27 en 2013) a la reforma de 2012.

La hostelería y el comercio representan casi la mitad de empleos creados este año, según un estudio de Adecco.

Pero los contratos temporales (uno de cada tres en España) son muy frecuentes en ambos sectores, lo cual no dejó de criticar hace poco el FMI.

Mayoría de empleadas son sudamericanas

En Tarragona (Cataluña), en los hoteles del inmenso parque de atracciones de PortAventura, las empleadas precarias son cada vez más numerosas.

Las más nuevas y "a veces de colectivos de inmigrantes, marroquíes, senegalesas, nigerianas, que cobran 300 euros menos que nosotros que somos fijos, por el mismo trabajo", denuncia una limpiadora de 54 años, Esther Rodríguez.

"También hay muchas sudamericanas, sobre todo en Madrid y Barcelona", asegura Gonzalo Fuentes de CCOO.

En noviembre, el presidente del grupo AC Hoteles by Marriott, Antonio Catalán, causó sensación al criticar en público estas prácticas y la reforma de 2012: "hoy puedo despedir pagando 20 días por año y empezar a subcontratar. Es lo que hacen los que explotan a las camareras de piso, y lo digo con todas las letras: explotan".

En los hoteles, algunas empleadas distribuyen directamente pasquines a los clientes para explicarles cómo viven, lo cual "es la mejor manera de presionar a los hosteleros", explica una de ellas, de nombre Ángela.

Despedida por una gran cadena porque se negaba a trabajar en una subcontrata, milita por que las condiciones laborales del personal influyan en el número de estrellas del hotel, al igual que otros criterios como el tamaño de la cama. (I)