El pasado fin de semana circuló por redes sociales una carta dirigida a Cynthia Viteri, firmada por un empresario guayaquileño, quien repitiendo las mismas reflexiones que con frecuencia escucho en diferentes reuniones sociales y empresariales, le pidió que retirara su candidatura para que “libere” sus votos a favor del candidato de su simpatía, sentenciándola a ser “chimbadora” si no lo hacía.

Esta carta mereció el inmediato apoyo de importantes adherentes a la candidatura de Guillermo Lasso y el rechazo de simpatizantes de la candidata guayaquileña, pugna que fue intensamente amplificada por un conocido portal de noticias, que últimamente sigue muy de cerca la campaña de CREO. Todo ello para satisfacción de las huestes oficialistas.

Al final de la historia, una pugna más en la oposición.

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Unos que parecen sentir preocupación por el crecimiento de la candidata socialcristiana, otros que siguen pensando en un candidato único de la oposición (el de sus simpatías, obviamente), sin considerar que con candidaturas inscritas ello ya no es posible, y otros, que defienden su derecho y legítima aspiración de ocupar un cargo de elección popular, más allá de los cálculos de los estrategas de coctel, que son magníficos para sugerir la ruta de carne de cañón a los políticos y a la prensa, pero incapaces de dar un paso al frente, y que en muchos casos han estado felices haciendo plata con este Gobierno, hasta que la plata se agotó.

Guillermo Lasso, Cynthia Viteri, Paco Moncayo, Dalo Bucaram y todos los demás candidatos tienen derecho a postularse a la Presidencia de la República y a aspirar a tomar las riendas del país en 2017. Y ninguno de ellos debe ser satanizado como “chimbador” por hacerlo. Es más, pienso que todos ellos tienen méritos suficientes para tal aspiración.

¿Es que acaso el correísmo nos ha hecho olvidar valores democráticos fundamentales, como la libre participación política en elecciones?

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¿Es que acaso piensan que imponiendo a la fuerza un candidato único, el pueblo va a votarlo porque sí?

¿NO les parece más sensato que quien aspire a ganar la Presidencia se gane ese favor popular en las calles y plazas y en los medios de comunicación?

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¿Por qué hay varios candidatos de oposición a la Presidencia y no uno solo?

¿No creen que quien aspira a liderar el país en momentos tan complejos debería ganarse ese liderazgo en las urnas, y la candidatura única debió ganársela, en su momento, negociando con los diferentes líderes y movimientos políticos?

Desde esta columna por casi diez años hemos dado dura batalla a todas las agresiones a la democracia en el Ecuador. A todas. Y si algo necesita este país es democracia.

En consecuencia, comencemos por lo fundamental:

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¿Cómo podemos aspirar a recuperar derechos, libertades y democracia, coartando y estigmatizando el derecho de terceros a hacer política en estas elecciones?

Ojalá esta última escaramuza deje lecciones a todos los actores políticos involucrados.

Difundan sus ideas, recorran el país, luchen por sus espacios y cuiden sus votos. Esa es la única manera de ganar las elecciones de febrero de 2017 y devolver al Ecuador la esperanza en días mejores.

No será tarea fácil derrotar al correísmo, que está enraizado en todas las instituciones del país y tiene un candidato con muy buenas perspectivas. Esa es la verdad.

Pero también es verdad que las dos terceras partes del país quieren un cambio.

Seguiremos conversando, amables lectores…(O)