Cuando uno mira, asqueado, el desvergonzado robo de fondos públicos en la rehabilitación de la refinería de Esmeraldas, y observa que están involucrados muy altos funcionarios, y ve que se persigue a los denunciantes, mientras se proclama que son honrados unos funcionarios, o que otros no son miembros del partido de las manos limpias, aunque todos han sido designados por este gobierno, no puede uno dejar de reclamar por una profunda investigación que establezca responsabilidades para que luego se sancione a todos los culpables, sin excepción. Si la investigación, la auditoría de costos, no es independiente, carece de credibilidad, no sirve. El Gobierno, y el partido de gobierno, al presentar la candidatura para la reelección del actual vicepresidente, han garantizado su inocencia, a pesar de que es el de más alto rango de los funcionarios a cargo de la rehabilitación de la refinería. No conozco que se haya iniciado una investigación sobre las eventuales responsabilidades del vicepresidente. Lejos de eso, este ha posesionado a un nuevo gerente de refinación y promete emprender una lucha contra la corrupción; es decir, promete hacer girar las manecillas del reloj en sentido contrario al que lo ha hecho hasta aquí. Defiende al actual gerente de Petroecuador de la acusación del delito de perjurio que, al parecer, se le iniciará. Y lo hace, inclusive, en contra de la opinión del candidato principal, que ha manifestado que tal funcionario debería renunciar, como previniéndole de no interferir en el área petrolera, que es de su cargo. El país queda expectante del desenlace de estas posiciones antagónicas que anticipan lo que ocurriría de triunfar este binomio. Queda también expectante de la posición que adoptará, de manera expresa o tácita, el actual presidente.

El presidente ha propuesto un pacto ético para que el producto del robo no se deposite en paraísos fiscales, pero ya vemos que se lo esconde hasta en los techos de las casas. Pacto, sí, para suprimir los estados de excepción que permiten contratar, sin licitación, con los amiguitos; los estados de excepción son la causa, el instrumento, el caldo de cultivo del delito; los paraísos fiscales, los tejados, los conventos, las consecuencias. El anuncio del gerente de Petroecuador de que ya no se usará de la figura del “giro específico del negocio” más parece una admisión de que esa fue la figura empleada para robar. Pacto, sí, para que los funcionarios no incrementen su patrimonio ni dentro ni fuera del país. Pacto, sí, para que los gobernantes salientes no reelijan a las autoridades de control, bajo cuyas miradas de águila se cometieron los delitos, ni elijan a quienes serían los encargados de cuidarles las espaldas. Estos nombramientos deben quedar para cuando haya un nuevo gobierno. Pacto, sí, para prohibir que quienes ejerzan autoridad puedan enriquecerse demandando indemnizaciones a los indefensos ciudadanos. Si incluyera todo esto, votaríamos por el pacto ético. La calentura no está en las sábanas.

El Quijote le instruía a Sancho, quien iba a gobernar su ínsula Barataria, que fuese aseado, que se cortase las uñas, porque un gobernante no debe tener las uñas largas. (O)