En diciembre, empresarios y expertos están empeñados en realizar balances económicos.

Cercanos al fin de este año 2016, creyentes y no creyentes tenemos la tarea de mirar con la mayor claridad posible los pasos dados, como personas y como ciudadanos.

El balance de valores económicos, realizado por expertos externos, es no solo útil; es necesario. En el balance de valores cívicos el ciudadano debe ser el principal actor. Así como nadie se salva con “avemarías ajenas”, el país no desarrolla sus potencialidades solo con ayudas externas, ni siquiera con la sola acción de los mandatarios.

Publicidad

Si queremos, pongámonos, en el silencio de nuestro yo, preguntas como las siguientes:

1ª Para saber a dónde debemos ir, tenemos que saber y aceptar quiénes somos. ¿Conocemos nuestra identidad ecuatoriana? ¿La valoramos? ¿Cómo? ¿Hasta qué punto es verdadera la afirmación de Leónidas Iza: “El indio quiere ser cholo, el cholo quiere ser blanco, el blanco quiere ser gringo”? 2ª Nuestra identidad es ya perfecta, ¿o podemos perfeccionarla? 3ª Podemos ser pueblo solo con valores importados? 4ª ¿Podemos ser pueblo, excluyendo algunos valores y encerrándonos en otros? 5ª Cómo podemos preservar nuestros valores: ¿encerrándonos? Intercomunicando?

Base indispensable de intercomunicación es la conciencia gozosa de los propios valores. Amando a nuestra mamá, valoramos el amor de otros a su mamá. Nos abrimos a la integración y suprimimos el peligro de la absorción etnocentrista.

Publicidad

Una pregunta fundamental, también, en el campo social: Qué valores guían principalmente la vida social?

Llevo grabadas, entre otras, dos convicciones: * Manifestar lo que vemos, miramos y sentimos como cercano a Cristo, guste o no guste al investido de autoridad. * No reducir nuestra identidad a copiar la fecunda experiencia de la Iglesia en Europa. Nuestro aporte a la universalidad no puede suprimirse. Lo damos, asumiendo el dolor de pensar y la vanguardia frente a nuestras dificultades.

Publicidad

Cuando de Francia, en 1968, se desparramó en el mundo el cuestionamiento a toda norma, pude a mi vez cuestionar esta nueva ideología con el espíritu crítico bebido durante 9 años en el Colegio Pío Latino Americano y en la Universidad Gregoriana, centros de formación cuidados por el papa.

Miré con vergüenza ajena la transformación en norma pedagógica ecuatoriana de afirmaciones de algunos “pensadores” franceses. El meollo de todas ellas es el individualismo:

* No calificar con notas al alumno, pues estas lo pueden oprimir. * Está prohibido prohibir. Nada de normas, nada de reglas * El respeto no tiene por qué existir, pues nada hay grande, nada admirable, nada sagrado. * Es tontería ceder el asiento a una anciana en el bus, o saludarla. * Vivir sin obligaciones, gozar sin trabas. * No hay diferencia entre lo verdadero y lo falso – entre lo bello y lo feo, lo limpio y lo sucio: una muestra de nuestra asimilación de tamaña tontería son las manchas en paredes, monumentos, puertas; manchas que se imponen, porque pretenden ser “grafiti”.

* Actualmente, cuando tenemos más medios de comunicación, es más que antes necesario educar a niños y jóvenes a abrirse en la sociedad. (O)

Publicidad