Todo el mundo festeja su cumpleaños, espera los regalos, las manifestaciones de amor, la comida suntuosa, reunirse con los amigos y familiares más queridos.

En estos días nos acercamos al cumpleaños más importante, el nacimiento de Jesús, y nos preparamos con ropas nuevas y de calidad, arreglamos nuestro hogar, hacemos invitaciones a las personas preferidas, arreglamos el árbol con lindos juguetes y luces esplendorosas, compramos los regalos para agradar a los invitados. En síntesis, nos preparamos para celebrar a todo dar. En todas partes no se habla de otra cosa que de la Navidad, el nacimiento del Niño Dios que celebramos el 25 de diciembre de cada año. Faltan 17 días para la Navidad. Los gritos de euforia de los niños se escucharán en todos lados y grandes y chicos esperaremos la hora de cenar y tomar vino, recibir los regalos. Pero, ¡oh sorpresa!, nunca compramos el regalo para el cumpleañero, ni siquiera lo invitamos, nos olvidamos de Él y no nos acordamos de festejarlo! La euforia es de fiesta, pero mundana y casi nunca espiritual! Nos olvidamos de agradecer al Todopoderoso por enviarnos a su Hijo para nuestra salvación. Celebramos la Navidad pagana y los niños esperan con ansias a santa Claus o papá Noel que trae la fiesta mundana. Celebremos ahora, el próximo 25 de diciembre, en adelante, el cumpleaños de Jesús, como lo hacen en determinados hogares cristianos que realmente festejan la venida del Niño Dios, que significa la salvación del mundo; dar gracias porque nos ama intensamente pues haberse sacrificado por la humanidad es una muestra del amor sincero que nos tiene, y debemos festejar cada año de manera espiritual la Navidad, el cumpleaños del Jesús!(O)

Marco A. Argüello Ruiz, ingeniero, Guayaquil