Mientras el padre Rómulo Aguilar oficiaba este domingo la misa de 12:00 en la Catedral, un centenar de feligreses hacía fila para confesarse y poder comulgar.

El templo estuvo repleto de devotos que participaron en esa ceremonia y en la de las 16:00, que presidió el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, como parte de la clausura del Año de la Misericordia

Esto, en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia, que empezó el 8 de diciembre de 2015 y termina el 20 de diciembre próximo.

Publicidad

A las 12:00, Jorge Mazzini y su esposa, Leticia Moscoso, eran parte de los fieles que esperaban confesarse. “Es importante confesarse en este Jubileo de la Misericordia para buscar el perdón de Dios y acercarse más a él”, comentó Mazzini.

Después de estar abiertas por casi un año las basílicas e iglesias católicas del mundo cerraron sus puertas santas al igual que tres de las cuatro basílicas romanas (San Pablo de Extramuros, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor).

La única puerta santa que permanecerá abierta hasta el 20 de este mes, solemnidad de Cristo Rey, será la de la basílica de San Pedro, que será cerrada por el papa Francisco para dar por culminado el Año Santo.

Publicidad

En el Santuario de la Madre Admirable de Schoenstatt, en Samborondón, se desarrolló la ceremonia de adoración del Santísimo y a las 17:00 hubo una misa solemne.

Mientras, en el santuario de la Divina Misericordia, en el kilómetro 25 de la vía a la costa, también hubo oficios religiosos de notable concurrencia, al igual que en el de la Alborada, en el norte de la ciudad.

Publicidad

En total, en el Puerto Principal y en cantones vecinos como Daule y Nobol, la Arquidiócesis designó nueve santuarios para que los fieles ganen las indulgencias durante este año jubilar peregrinando a la puerta santa, confesándose y comulgando.

Isabel Chávez, quien estuvo en la Catedral al mediodía, señaló que este periodo le sirvió para acercarse más a la iglesia. “Ahora ya no falto los domingos a la misa en mi iglesia”, citó.

En Roma, en una mesa de cierre del Jubileo de los Excluidos, en la plaza de San Pedro, el papa Francisco denunció la esclerosis espiritual de una época que no presta atención a quienes sufren. (I)