Un golpe en la cabeza con un pica hielos dejó a Pedro Andrés Arias Ordóñez (21 años) con una grave lesión el pasado 3 de noviembre y con pronóstico reservado; pero la tarde del miércoles falleció en el hospital José Carrasco Arteaga, del IESS, porque no logró recuperarse; mientras uno de sus primos convalece con heridas de puñal.

Los familiares del joven cuencano, que residía con sus otros tres hermanos desde hace cinco años en Guayaquil, donde estudiaba el último año de Mercadotecnia en la Universidad de Guayaquil, marcharon este jueves en Cuenca para pedir justicia.

“Queremos que los ocho hombres que atacaron a mi sobrino sean detenidos y juzgados con todo el rigor de la ley, porque no se puede quitar la vida a un ser humano y peor sin ninguna razón”, dijo Alejandro Ordóñez, uno de los tíos de la víctima.

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CUENCA.- Familiares y amigos de Pedro Arias en el plantón que llegó al pie de la Gobernación de Azuay (Sandra Ochoa, EL UNIVERSO)

Mario Arias, hermano mayor de Pedro, dijo que los cuatro hermanos llegaron a Cuenca el 2 de noviembre por la noche, para estar en el feriado con sus familiares.

Al llegar el hermano menor salió a pasear con su primo, pero al retornar, a dos cuadras de la casa de sus tíos, un grupo de ocho hombres los habrían interceptado el vehículo y comenzaron a provocarlos con insultos.

“Mi primo se bajó del carro y les reclamó y se pusieron a pelear, pero esa pandilla, porque no se les puede llamar de otra forma, además de ser más, estaban armados y luego de golpearles con sus puños, patadas y cuchillos le dieron con el pica hielos en la cabeza”, contó Mauricio Amores, un primo de la víctima.

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David Amores otro primo de Pedro, pidió protección de testigos para el primo que salió esa noche, que también recibió golpes y puñaladas y que ahora se recupera en su casa hasta que se inicien las audiencias del juicio, ya que una persona fue detenida luego del ataque.

Los familiares descartaron que el motivo de la agresión fuese el robo o rencillas ya que se trataba de un joven atleta y además de excelente estudiante siempre fue voluntario y misionero en diversas organizaciones.

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La familia cumplió uno de sus anhelos: donar sus órganos al fallecer. Se preveía que el jueves fuera sepultado en el cementerio municipal. (I)