Aún no pueden entrar a su cuarto porque literalmente se desploman. Sienten que se les oprime el corazón, que se hace más chiquito. Y aunque inhalan y tratan de contener las lágrimas, no pueden porque los recuerdos los invaden y explotan en llanto. Allí todo ha quedado ordenado, tal como Robert Horacio Salazar Acosta, de 26 años, lo dejó la mañana del lunes último cuando salió a trabajar a Diario EL UNIVERSO.

Ese día, antes de las 10:00, mientras él caminaba a este Diario, un delincuente le disparó por quitarle su teléfono celular. Aquel tiro le quitó la vida y con ella, sus sueños.

“Es algo tan difícil. Nunca en la vida me imaginé esto. Un robo, ¿por qué matar a una persona?, quítenle las cosas, pero no lo maten”, dice Isabel Acosta, de 45 años, madre de Robert, el periodista que hace cuatro días se sumó a la cifra de víctimas fatales de la delincuencia en Guayaquil.

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“Esperamos que todo se esclarezca, porque nosotros nunca estuvimos presentes (...). Necesitamos que las autoridades hagan su trabajo y digan lo que ha pasado”, cuenta Horacio Salazar, de 58 años, padre de Robert. Su hijo era el sustento del hogar, ya que el progenitor está desempleado y no encuentra trabajo por su edad, refiere.

“Él siempre me decía: ‘tú apoya con la luz, el agua. Yo me hago cargo de todo”, afirma Roxana, de 21 años, una de las dos hermanas de Robert.

Ella también trabaja y estudia, como hacía Robert, para ayudar en la economía del hogar, de cinco miembros.

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En el velorio, el gobernador del Guayas, Julio César Quiñónez, le habría indicado al progenitor que iban a ver cómo le ayudaban a conseguir un trabajo, dice Horacio.

En casa, a Robert lo recuerdan como un joven muy dedicado, apasionado, muy amoroso y pendiente de su familia, bien ordenado y al que todo le gustaba planificar.

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“Me enseñó que tenía que haber siempre un orden. Si querías hacer algo, proyectarlo y hacerlo con mucha dedicación. Todo lo que él quería hacer lo proyectaba y lo realizaba (...). Todo en la vida lo hizo bien. Nunca pude decirle: algo hiciste mal”, asegura Horacio.

Destacan que fue el mejor en todo. Mejor alumno, abanderado del pabellón nacional en el colegio, mejor bachiller, hijo, hermano. Entre los sueños que dejó pendiente estaban comprarle una casa a su mamá y dar cátedra para ayudarse a pagar la maestría en Periodismo que fue a estudiar a Argentina.

Ahora sus padres están preocupados porque no saben cómo pagarán ese préstamo, que supera los $ 11.000.

Ayer se conoció que en la audiencia, en Florida Norte, se ordenó prisión preventiva solo para uno de los dos menores retenidos en este caso. (I)

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Textuales:

¿Qué recuerda de Robert?

"Cada instante que me decía: 'mami te amo'. Él llegaba, me abrazaba y me daba un beso en la frente. Lo mismo hacía cuando se iba. Era muy cariñoso. Siempre lo voy a recordar así. Ya cuando empiece a sanar mi corazón, lo voy a recordar como él era, un chico alegre y cariñoso", dice Isabel Acosta, de 45 años, madre de Robert Salazar.

"Él estaba planificando mi cumpleaños. Me dice: mami, qué quiere para su cumpleaños. Le dije, lo que tú quieras mijito. ¿Quieres una reunión?, me preguntó. Le dije: bueno", Isabel Acosta.

"Lo recuerdo siempre con admiración y es mi ejemplo a seguir. Siempre me decía que luche por lo que quiero. Y siempre nos hacía saber que nos amaba, con hechos, afirma Roxana Salazar, de 21 años, hermana de Robert.

"Desde antes le gustaba trabajar (antes de ingresar a EL UNIVERSO). En sus vacaciones, andaba planificando qué hacer para ganarse algo, desde pequeño. Me acuerdo que a los 14 años (de Robert), cuando andaba en política, se puso a recoger firmas para ganarse algo", Horacio Salazar, de 58 años, padre de Robert.

¿Creen que pueden perdonar el daño que les han hecho?

Yo creo que sí. Primero somos creyentes de Dios (...). Quizás fue violento lo que le pasó a mi hijo, pero a la final, la persona que lo hizo fue un instrumento, nada más, porque Dios lo quería tener en el cielo o donde vaya. Sabemos que espiritualmente debe estar muy bien, porque era una buena persona", sostiene Horacio Salazar.