El juez a cargo del mayor caso de corrupción en la historia de Brasil, Sergio Moro, afirmó ayer que el país necesita “remedios amargos” para combatir el flagelo ‘sistémico’.

A los 44 años, este juez de primera instancia se transformó en un símbolo de la lucha anticorrupción al imponer pesadas condenas a políticos y empresarios involucrados en una red de desvíos montada en torno a la estatal Petrobras.

“Lo que vimos fue un caso de corrupción sistémica, corrupción como una especie de regla del juego”, afirmó Moro en una entrevista con el periódico O Estado de Sao Paulo.

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Moro también lleva una investigación al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), símbolo de la izquierda latinoamericana. (I)