Recién graduado de bachiller en Ciencias de la Educación, Gabriel Martillo Moscoso empezó a impartir clases en el colegio salesiano Domingo Savio. Tenía apenas 18 años, pero esta primera experiencia le permitió reconocer que su vocación era ser maestro y no paró durante 42 años. Hoy, que se acoge a la jubilación para dedicarse a la familia, dice que ha sido un aprendizaje constante.

En la Universidad de Guayaquil obtuvo el título de profesor de segunda enseñanza de literatura y español. Luego realizó un doctorado en la misma especialidad. Estudió tres años en el instituto de diplomacia Dr. Antonio Parra Velasco, pero se retiró para dedicarse a su primogénito. Posteriormente se graduó de abogado.

Martillo señala que el sistema de enseñanza de Don Bosco, el método preventivo, que le transmitieron los salesianos lo ha tratado de aplicar en cada lugar que laboró. Fue maestro de primaria de planteles fiscales y privados, catedrático universitario y capacitador.

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Durante 20 años dio clases en la escuela fiscal Nelson Mateus del Guasmo norte. Su última escuela fiscal fue la República de Cuba, en Guayaquil, 16 años como docente y dos como director, cargo que ejercerá hasta el próximo martes.

La semana pasada ya un grupo de docentes y padres de familia le dieron una despedida afuera de la institución, junto con otra maestra que también se jubila.

Admite que extrañará el plantel. “Algunos (profesores) supieron distinguir que una cosa era el compañerismo y otra cosa la autoridad”, dice.

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Comenta que en sus funciones como director adecuó espacios verdes, así como el auditorio, biblioteca, cafetería y donó otros implementos.

Martillo considera que un maestro no solo debe preocuparse por formar a sus alumnos en la parte cognoscitiva, sino de manera integral, en valores, que tengan convicción del cuidado del medioambiente, de los animales. “Ser maestro es entregarse, formar ciudadanos dignos, responsables, comprometidos con la sociedad, con la institución, con la familia...”, agrega Martillo.

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Por ello, aconseja a los futuros maestros que no sean solamente “gana pan”, es decir, “que no lo hagan por ganar dinero para llevar a su casa, sino (que sean) comprometidos con la institución donde trabajan, porque así sean mal pagados, no valorados como debe de ser, los maestros deben preocuparse por elevar el estándar de calidad, de infraestructura, de la parte pedagógica...”. (I)

La mayor satisfacción es que siempre fui querido por mis alumnos y me ven en la calle y a veces me llaman la atención (...). Me encuentro con ellos y me saludan, es lo más hermoso”.