La necesidad de comerciantes y empresarios de abrir sus negocios y la urgencia por conseguir alimentos, en un país sumido en una profunda crisis económica, influyeron en el poco éxito del paro convocado para este viernes por los adversarios de Nicolás Maduro.

Si bien algunas tiendas cerraron y el tráfico era menor al de costumbre, la mayoría de los residentes de Caracas ignoraron el llamado a permanecer en sus casas como parte de la protesta de 12 horas contra el gobernante. El transporte público operó con normalidad.

La oposición llamó a paralizar las actividades para exigir la salida del poder de Maduro luego de que las autoridades electorales echaran por tierra la posibilidad de realizar un referendo revocatorio de su mandato.

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Altos funcionarios habían amenazado la víspera con expropiar a empresas que se sumaran al paro pese a que los gremios empresariales insistieron en que no era una huelga comercial.

Algunos venezolanos simplemente dijeron que no podían darse el lujo de permanecer en su casa. "Si no salgo a comprar no como esta noche", dijo Gipssy Bracho, una jubilada de 59 años.

Incluso en el bastión de la oposición en el este de Caracas desde madres jóvenes a personas de avanzada edad hicieron fila por horas para comprar en el único día en que pueden conseguir alimentos a precios subvencionados.

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El llamado al paro recordó a algunos las tácticas empleadas por la oposición en 2002 antes del golpe contra el entonces presidente Hugo Chávez. Pero a diferencia de Chávez, que aún es venerado, su sucesor no cuenta con un amplio apoyo popular y según diversas encuestas 80% de los electores desean que Maduro abandone el poder.

"Tengo un vecino que amaneció enfermo pero igualito fue a trabajar por miedo a que en el ministerio pensaran que es un escuálido (como los oficialistas llaman a los opositores). Como él debe haber muchos", dijo Ana Sofía Rojas, una empleada doméstica de 53 años.

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El Estado es uno de los mayores empleadores del país. De acuerdo con el último censo realizado en 2011 en Venezuela existían 2,4 millones de empleados públicos, pero algunos analistas estiman que esa cifra pudo haberse duplicado.

Además los parlamentarios opositores, que controlan el Congreso por primera vez en 17 años, resolvieron el martes realizar un juicio político a Maduro. Pero es poco probable que el proceso tenga consecuencias judiciales porque la ley establece que debe ser avalado por la Contraloría y la Fiscalía General y la decisión final es del Tribunal Supremo de Justicia, todos señalados de estar bajo el control del oficialismo.

"Si ellos violan la constitución y hacen un supuesto juicio político, que no está en nuestra carta magna, la Procuraduría General de la República debe meter una querella ante los tribunales... y llevar a la cárcel a todos los que violen la constitución, sean diputados o no", destacó en un discurso difundido en cadena de radio y televisión.

El gobierno respondió al paro con una mezcla de amenazas a los trabajadores. Para mencionar el riesgo de represalias, agentes fuertemente armados de la policía política se apostaron desde el jueves frente a las oficinas y la mansión de Lorenzo Mendoza, jefe de Empresas Polar, el mayor fabricante de alimentos procesados del país.

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Andrés Garbán, un empleado del Departamento Legal de Polar, dijo que él y muchos de sus colegas trabajaron el viernes contra su voluntad para proteger sus empleos.

"Ellos se creen los dueños de Venezuela", dijo el joven de 24 años mirando a la policía que custodiaba una fábrica de cerveza.

Garbán lamentó no haber podido ejercer sus "derechos cívicos... gracias a la intimidación no tuve más remedio que venir a trabajar". (I)