Panamá y Colombia acordaron el martes reforzar la seguridad en su frontera común como parte de una estrategia conjunta para frenar el narcotráfico y la inmigración ilegal hacia Estados Unidos, en medio de la crisis regional desatada por el aumento del flujo de migrantes en la región, especialmente haitianos.

Los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Panamá, Juan Carlos Varela, destacaron la importancia de elevar el nivel de seguridad para enfrentar el crimen organizado y las redes de traficantes de personas, así como buscar el apoyo de otros países que puedan acoger a los migrantes.

Tras una reunión bilateral, los mandatarios establecieron como prioridad el intercambio de información para identificar a los migrantes, la creación de un fondo regional de contribuciones voluntarias para afrontar el problema y la búsqueda del apoyo de terceros países como destino de los expatriados.

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"Hemos decidido subir un nivel a esa colaboración para ser más efectivos", dijo Varela. "Pondremos en marcha unos planes concretos que iniciarán en 2017 con nuevas modalidades de colaboración y eso, sin duda, va a repercutir en la seguridad de colombianos y panameños", agregó.

Por su parte, Santos sostuvo que en la frontera común se enfrentan problemas como tráfico de drogas y armas, minería ilegal y lavado de activos por lo que es necesario que ambos países colaboren más estrechamente.

"El resultado de una mayor colaboración es más seguridad y más tranquilidad para todos los ciudadanos", refirió Santos desde la ciudad fronteriza de Metetí, en Panamá, donde tuvo lugar el encuentro al que también asistieron miembros de los gabinetes de seguridad y las cancillerías de ambos países.

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En lo que va del año al menos 15,000 inmigrantes ilegales pasaron por Panamá, entre los que figuran cubanos y haitianos indocumentados que se hacen pasar por africanos, según información del Gobierno.

Los haitianos buscan ingresar a Estados Unidos como refugiados utilizando el estatus migratorio especial que se les concedió tras el catastrófico terremoto de Haití en el 2010.

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El creciente flujo de expatriados también ha generado una crisis en las ciudades fronterizas del noroeste México, donde miles de haitianos viven en duras condiciones a la espera del asilo en Estados Unidos. (Reporte de Elida Moreno.