La estatua del tamaño natural del nuevo santo argentino, llamado el cura Brochero, fue bendecida por el papa Francisco al término de la audiencia general que se efectuó ayer, en la plaza de San Pedro.

El artista Fernando Pugliese elaboró en fibra de vidrio esta estatua, de casi 2 metros de altura, que representa al santo José Gabriel Brochero montado en una mula, el medio de transporte con el que el nuevo santo recorrió parte de su país para ayudar a los pobres y enfermos de lepra.

La estatua del llamado cura gaucho, canonizado por el papa el pasado domingo en el curso de una ceremonia solemne a la que asistió el presidente argentino, Mauricio Macri, permanecerá en el Vaticano.

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El religioso argentino, muy popular en su país, cumplió su misión evangelizadora a lomo de mula en las sierras de Córdoba, al norte de Buenos Aires, donde nació en 1840 y murió en 1914, víctima de la lepra.

Francisco, el primer papa argentino y latinoamericano de la historia, acercó a Brochero a la santidad poco después de haber sido elegido pontífice en 2013.

Este mismo año, Brochero fue beatificado luego de que el papa Benedicto XVI aprobara un milagro atribuido a su intercesión. Este año, Francisco dio luz verde a su santidad y el domingo lo canonizó junto con los otros seis religiosos.

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Durante la etapa de la beatificación de Brochero, Francisco escribió una carta a los obispos de Argentina en la que elogiaba a Brochero por haber tenido el “olor de sus ovejas”. Esa es una frase que Francisco ha usado frecuentemente para describir a su pastor ideal: uno que acompañe a su rebaño y que camine con ellos en las buenas y en las malas.

“Él nunca se quedó en la oficina de la parroquia. Él se subía a su mula e iba a buscar gente como lo hacen los sacerdotes en las calles, incluso contraer lepra”, escribió Francisco.

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Uno de los paralelos que tienen ambos religiosos argentinos es la espiritualidad arraigada a los ejercicios espirituales jesuitas que son apreciados por el papa Francisco. (I)