Estamos a escasos días para que nuestra Universidad de Guayaquil (UG) tenga un nuevo rector, elegido en el marco del actual estatuto universitario. Existen tres candidatos, que aspiran a dirigir los destinos de esta emblemática y noble institución de educación superior.

El primero es el actual rector (e). Se presenta como miembro de la “generación que ha decidido afrontar el reto de transformar nuestra institución, para la nueva generación que ya está presente”; es decir, dejar una universidad de referente mundial y de primer nivel de calidad y pertinencia a nivel nacional. Tiene un Plan Estratégico Institucional Prospectivo (2016-2030) bien estructurado, que en términos generales es un instrumento para reducir el nivel de incertidumbre y elevar el nivel de conocimiento sobre las consecuencias de las acciones ejecutadas en el presente (E. Barbieri, 1986).

El segundo es un ilustre jurista, exalto funcionario del Gobierno, que se presenta como la “generación del jubileo”. Sus principales propuestas son fortalecer la institucionalidad de la UG mediante una gestión responsable con la plena participación de todos los estamentos universitarios, participar en una nueva recategorización para el año 2018 y homologar varias carreras, para insertarlas internacionalmente en la problemática del ranking.

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El tercero es un distinguido arquitecto cuya propuesta es el desarrollo académico docente y la recuperación de la UG del estado de caos en que se sumergió, producto de administraciones pasadas, que la llevaron a ser calificada entre las peores del país.

La comunidad universitaria está llamada a hacer de las elecciones del 28 de octubre una fecha diferente en la historia de la UG, en el fondo y forma, parte consustancial de la autonomía universitaria responsable; se deberán observar los principios de legalidad, transparencia, calidad, igualdad de oportunidades, alternabilidad y equidad de género. (O)

Walter Herrera Argüello,
Q.F. , docente honorario. Guayaquil