Los rebeldes sirios dijeron el domingo que capturaron el pueblo de Dabiq de manos del Estado Islámico, forzando la salida del grupo yihadista de un bastión donde se había comprometido a luchar en una apocalíptica batalla final con Occidente.

Su derrota en Dabiq, durante mucho tiempo pilar de la propaganda del Estado Islámico, destaca el poder perdido por el grupo en un año en que ha sufrido derrotas en Siria e Irak, además de la muerte de una serie de líderes de alto nivel en ataques aéreos teledirigidos.

El grupo, que tomó grandes franjas de territorio en Siria e Irak y declaró el establecimiento de un nuevo califato que sorprendió a los líderes mundiales en 2014, está ahora preparándose para un ataque en la ciudad iraquí de Mosul, su posesión más preciada.

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Los rebeldes, apoyados por tanques y aviones de guerra turcos, capturaron Dabiq y la vecina Soran después de unos enfrentamientos el domingo por la mañana, dijo Ahmed Osman, jefe del grupo Sultan Murad, una de las facciones del Ejército de Siria Libre.

"El mito de Daesh de su gran batalla en Dabiq está terminado", dijo a Reuters Osman, usando un nombre peyorativo para Estado Islámico.

El Ejército de Siria Libre reúne a los rebeldes que buscan derrocar al presidente Bashar al-Assad en una guerra civil que ha causado la muerte de cientos de miles de personas, además de generar millones de desplazados.

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Una profecía islámica asegura que Dabiq albergará una batalla entre musulmanes e infieles que presagiará el fin del mundo, un mensaje que Estado Islámico utiliza ampliamente en su propaganda.

Sin embargo, según analistas, el pueblo ubicado al pie de una pequeña colina en las fértiles llanuras del noroeste de Siria, a unos 14 kilómetros de la frontera con Turquía y a 33 kilómetros al norte de Alepo, tiene poca importancia estratégica en el conflicto.  (I)