Decenas de miles de peregrinos celebraron la madrugada de este domingo la canonización de ‘su’ sacerdote, José Gabriel Brochero, en la villa argentina que lleva su nombre, tras una noche de vigilia para seguir la ceremonia transmitida desde el Vaticano.

Con aplausos, rezos, con vivas y agitando banderines con la imagen del ‘cura gaucho’, los fieles observaron atentos al papa Francisco proclamar la canonización en pantallas gigantes instaladas en esta villa argentina poco antes del amanecer.

Tras una copiosa lluvia que los sorprendió en la medianoche, un grupo de fieles encendió velas, mientras muchos resistieron ayudados por las infaltables rondas de mate, la típica bebida rioplatense que les calentaba el cuerpo en una primavera particularmente fría en esta zona serrana del centro de Argentina.

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La Villa Cura Brochero, un pueblo de 7.000 habitantes cuyo nombre honra al ‘cura gaucho’ que se convirtió este domingo en el primer santo argentino, vio colmadas sus instalaciones por la afluencia de fieles.

El sábado, un desfile incesante de fieles pasó frente a la imagen del sacerdote milagroso en la Iglesia Nuestra Señora del Tránsito y Beato Cura Brochero, para dejarle cartas con pedidos y agradecimientos.

“Vengo en agradecimiento porque hizo mucho por esta zona de Córdoba, que en aquel tiempo (segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX) era la más pobre, y se necesitaba mucho de la caridad, la docencia, el sacerdocio”, dijo a la AFP María Elena Vérbora, que viajó 350 km para rezarle al cura en su propia casa.

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Pasada la medianoche, los fieles se trasladaron al Predio de la Providencia, a unos 500 metros de la iglesia y donde se construye un nuevo templo, donde estaban las pantallas gigantes.

“Era un gaucho criollo”

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Brochero realizó una misión evangelizadora a lomo de mula en esa zona de sierras en Córdoba, en el centro de Argentina, donde nació en 1840 y murió en 1914, ciego y de lepra.

“Era un gaucho criollo, un gaucho que andaba con los enfermos, andaba en todo, en todas partes, hizo muchas obras acá, caminos, iglesias, todo hizo”, se entusiasmó Ramón Leiria, un gaucho cordobés de 70 años, que afirma orgulloso que su abuela trabajó en tareas domésticas con el sacerdote.

Los fieles le atribuyen a este primer santo argentino numerosos milagros, desde cánceres curados a familias enteras salvadas de correntadas.

Pero fueron los casos de Nicolás Flores y de Camila Brusotti, dos niños cuyas familias afirman que salvaron sus vidas gracias al sacerdote y sin exlicación científica, los que validó el Vaticano para beatificarlo en 2013 y canonizarlo ahora.

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Nicolás, hoy un adolescente de 16 años y Camila, de 13 años, sufrieron años atrás graves dolencias que les afectó el cerebro, por un accidente hace 15 años, uno, y por maltratos y golpes en 2013, la otra.

Sus vidas fueron encomendadas al cura Brochero. Los dos se recuperaron de manera impensada y sin explicación científica, al punto que pudieron viajar a Roma para la canonización este domingo.

Los restos de Brochero fueron exhumados en 1976 y su masa encefálica estaba intacta, 59 años después de su muerte. Allí estaría la explicación de los milagros. (I)