Sobre una montaña de escombros cuya falda se extiende hasta la playa, una retroexcavadora escarba y carcome paredes, columnas y fierros retorcidos del edificio Torremar, que hasta antes del terremoto del 16 de abril tenía ocho pisos.

La maquinaria lleva dos meses en esa tarea de demolición, que se ejecuta con la técnica de cama, según Fernando Arboleda, jefe de obra de la empresa HM Construcciones, contratista del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP).

Las tareas tomarán al menos dos semanas más, estima Arboleda. Cada jornada se desarrolla en medio de la curiosidad de los residentes locales y alguno que otro visitante de paso.

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Esta es la demolición de edificios grandes más avanzada en Bahía de Caráquez. Se la realiza junto al edificio Jalil, uno de los más insignes de Bahía de Caráquez, que resistió al terremoto de 1988, pero que ahora se ve severamente afectado.

La zona de las grandes edificaciones es la puntilla y se enfilan paralelos al malecón. El Nautilus es el primero. Está cercado por cintas de seguridad y enfrente hay maquinarias. Le siguen el Salango, deshabitado, como lo están también La Fragata, El Delfín, El Capitán, Punta Norte y otros.

Esta zona era de alta plusvalía antes del terremoto. Por ejemplo, en una edificación que estaba por estrenarse se vendían departamentos de 124 m² en $ 280 mil. (I)