Nixon Mendoza Mero calla su relato. Lleva su mano a la frente, sus ojos se humedecen y una lágrima desciende por su mejilla. Se le hace un nudo la garganta y luego de segundos vuelve a hablar.

“Ese silencio, ese vacío lo atormenta a uno como usted no se imagina. Trato de buscar en la palabra de Dios la ayuda para superar esto”, menciona, luego de dar a conocer que hace tres meses volvió a residir en su casa, en el sureste de Manta, donde vivió con su familia ideal, como él cataloga al núcleo conformado por su esposa, Olga Patricia Acebo (47 años), y sus hijos Nixon Amir (16), Sahid Johaid (14) y Patricio Samir (12).

Los cuatro fallecieron cuando quedaron atrapados en el centro comercial Felipe Navarrete de la parroquia Tarqui, luego de que la edificación cayera por el terremoto del 16 de abril. Ellos fueron parte de las 99 víctimas de ese sitio, hoy borrado del mapa luego de las demoliciones.

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“Sentí que tenía que hacerlo. No me parece bien andar huyendo de esta realidad. Esto es real, no es un sueño como al principio parecía, o una pesadilla. Uno piensa en un primer momento que en cualquier momento van a regresar, pero he tratado de corregir ese pensamiento. No he movido nada de los cuartos de mis hijos, pues si las muevo es como más agobiante. Viví tantas cosas con ellos y a cada rato se me prende como una chispa (el dolor), dice Nixon, taxista de 45 años.

El hombre que perdió a su familia tiene en su mente la escena que vivió en la víspera del terremoto. Él descansaba cuando escuchó un sollozo en la sala. Se incorporó y vio a su esposa. Ella escuchaba la canción Yo te recuerdo, de Juan Gabriel y Marc Anthony, que habla de la muerte, del amor por siempre.

Hay días que llora mientras conduce su taxi, confiesa, porque un dolor así es duro. (I)