Perdonar es mi bendición

Perdonar
Perdonar requiere gran fortaleza de mente y corazón. Cuando soy capaz de hacerlo, encuentro que soy yo quien recibe sus mayores beneficios, ya que perdonar es algo que hago para mí. Mantener el corazón lleno de resentimiento afecta mis pensamientos y me mantiene en un estado de infelicidad. Al no perdonar, le doy a la persona que me hirió poder sobre mi vida, permitiéndole que me robe la paz mental. Al orar, pondero en aquello que he de dejar ir para mi propio bien. Ser benévolo fomenta mi plenitud. Cuando perdono –a otro o a mí mismo– el abatimiento que me ofuscaba se disipa repentinamente. Mi corazón se abre, suelto toda energía negativa y me siento libre.

Mateo 9:5
¿Qué es más fácil? ¿Que le diga “los pecados te son perdonados” o que le diga “levántate y anda”? (F)

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