Oficiales y personal de tropa de la Policía Nacional, y familiares y amigos le dieron ayer el último adiós al teniente Wilmer Goyes Herrera, quien fue asesinado en Guayaquil.

Sus familiares se habían cansado de llorar: primero por la incertidumbre que generó su desaparición y luego cuando fueron informados que su cuerpo había sido encontrado, pero desmembrado. Sus restos fueron traídos a Quito, ciudad donde nació, y fueron velados en el camposanto Santa Rosa.

Wilmer Goyes era el menor de cuatro hijos de Wilmer Isaúl Goyes y Olga Helinda Herrera. Tenía tres hermanas. Había estudiado en la Escuela de la Policía Nacional, ubicada en el populoso sector de El Calzado, en el sur de Quito.

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Según parientes, en los ratos libres se dedicaba a la lectura y a la tecnología. No era muy pegado a los deportes. No tenía un equipo de fútbol preferido. Se entregaba a sus estudios y a su profesión. Tenía 30 años, se mantenía soltero y recién había retornado de un curso sobre inteligencia, en Cuba.

“Estamos muy consternados. El teniente Goyes era un digno oficial de la Policía Nacional. Era una persona muy responsable. Siempre se preocupó por cumplir con su misión y con llevar en alto los postulados de nuestra institución. Será muy difícil para nosotros superar estos momentos de dolor”, dijo el coronel Víctor Araus, director nacional de Delitos contra la Vida, Desaparición, Extorsión y Secuestro de Personas (Dinased), oficina a la que pertenecía Goyes, por cuya muerte hay dos detenidos. (I)