Los rebeldes de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos acordaron este viernes mantener el alto al fuego en Colombia, y discutir “propuestas de ajuste” al acuerdo de paz que fue rechazado sorpresivamente en el plebiscito del domingo.

Pese al resultado electoral, las partes reunidas en Cuba se mostraron resueltas a persistir en una salida negociada al último conflicto armado del continente, un esfuerzo que le valió a Santos la asignación del Premio Nobel de Paz este mismo viernes.

“Reiteramos el compromiso asumido” por las partes “de mantener el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo decretado el pasado 29 de agosto“, según un comunicado conjunto leído en La Habana, sede de las negociaciones de paz.

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Un mecanismo “tripartito” formado por la ONU, el gobierno y la guerrilla “estará a cargo de monitorear y verificar” el cumplimiento del protocolo y las “reglas que rigen” la terminación del enfrentamiento armado.

“Con ese propósito, solicitamos al Secretario General de las Naciones Unidas, y por su intermedio, al Consejo de Seguridad, que autorice” a la misión ya acordada “ejercer las funciones de monitoreo, verificación, resolución de diferencias” del alto al fuego.

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El gobierno de Santos y los rebeldes comunistas habían ya firmado el pacto para poner punto final a un conflicto que deja millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados, y que también involucra a otros grupos armados ilegales.

Sin embargo, los colombianos, contra todas las encuestas, se expresaron en contra del acuerdo por un estrecho margen, lo que impidió su implementación.

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Santos decidió entonces reunirse con los opositores, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, para intentar alcanzar un consenso y salvar el pacto.

Sin regreso a la guerra

Después de casi una semana de incertidumbre tras el resultado electoral, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Santos también convinieron que escucharán “a los diferentes sectores de la sociedad“, en “un proceso rápido y eficaz“, para “definir prontamente una salida.”

Si bien defendieron el pacto suscrito el 26 de septiembre por Santos y Timoleón Jiménez, alias Timochenko, jefe máximo de la guerrilla comunista, las delegaciones anunciaron que “las propuestas de ajustes y precisiones que resulten de ese proceso, serán discutidos“, según el documento.

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El jefe del equipo negociador del gobierno, Humberto de la Calle, remarcó que “cualquier ajuste o precisión que se le haga al acuerdo final deberá ser el resultado de un diálogo constructivo entre las delegaciones.”

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“Colombia no quiere regresar a la guerra“, subrayó De la Calle.

Por lo pronto, las partes decidieron mantener abiertos los diálogos en La Habana, sede del proceso de paz por casi cuatro años, para hallar una solución final al punto muerto creado por el rechazo al acuerdo en las urnas.

Al tiempo que mantienen el fin del enfrentamiento, afirmaron que seguirán “avanzando en la puesta en marcha de medidas de construcción de confianza de carácter humanitario, tales como, la búsqueda de personas dadas por desaparecidas, los planes pilotos de desminado humanitario, la sustitución voluntaria de cultivos” ilegales.

Al igual que en “los compromisos respecto a la salida de menores de los campamentos“, entre otros puntos.

Garantes de la paz

De su lado, los garantes del acuerdo de paz, Cuba y Noruega, dijeron en un comunicado aparte que continuarán apoyando los esfuerzos para llegar, “sin dilación“, a un “concluyente” pacto para acabar con el conflicto. (I)