Timochenko con la banda presidencial o ciudadanos haciendo filas para comprar leche o pan son algunas de las imágenes con las que se ha promovido el voto por el No para el plebiscito de hoy, en el que la decisión sobre el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y el jefe de las FARC el pasado lunes está en manos de los colombianos.

Un escenario de impunidad y otro de una situación de crisis similar a la de Venezuela es la que difunden los impulsadores del No, liderados por el expresidente Álvaro Uribe. Impunidad, elegibilidad política, una amnistía abierta al narcotráfico a los cabecillas de las FARC, son parte de los argumentos con los que Uribe rechaza lo pactado.

El acuerdo que sella el conflicto de más de 50 años ha polarizado a los colombianos con posturas a favor y en contra.

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“He vivido la guerra. No quiero más. Puede ser el inicio de un camino de armonía y el perdón”, expresa Pedro Puchi, quien residió en Córdoba, una de las zonas de conflicto.

“Quiero que ellos (las FARC) paguen todo el mal que han hecho”, dice María Letvan, quien dice que votará por el No.

Esperanza, rechazo o incertidumbre hay entre los electores sobre el plebiscito que requiere 4,5 millones de votos para ser avalado.

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Los últimos sondeos dieron el 62% al Sí y el 38% al No.

Santos advirtió que votar No significa volver a la guerra.

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“Lo que empieza es difícil. La paz no se hace por milagro”, dijo Humberto de la Calle, jefe negociador por el Gobierno.

El acuerdo “queda liquidado” si los colombianos lo rechazan, refirió Henry Acosta, un intermediario en las negociaciones.

La reconciliación entre los habitantes parece compleja tras un conflicto con 220.000 muertos, miles de desaparecidos y millones de desplazados.

Problemas de la tierra, combate al narcotráfico, participación política de las FARC, son parte del acuerdo. Uno de los más complicados es cómo se va a reparar a las víctimas.

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Marta Lucía Ramírez, exministra de Defensa, dice que en el acuerdo se han hecho concesiones “extremadamente ventajosas” para las FARC. Los guerrilleros no tendrán prisión por masacres, reclutamientos de niños o violaciones. Otorgarles diez escaños en el congreso por dos periodos legislativos, participar en la elección de 16 escaños especiales en las zonas más afectadas del conflicto o concederles 31 emisoras y un canal de televisión para difundir su ideología, cuestiona en un artículo en The New York Times.

Si el acuerdo es avalado hoy entrará en vigor y las FARC empezarán el proceso de desarme y desmovilización para convertirse en un partido político.

Santos reconoció que el acuerdo no es perfecto, pero que salva vidas. La excandidata presidencial Íngrid Betancourt y Clara Rojas, quienes fueron secuestradas seis años por las FARC, también apoyan el Sí.

“Decirle no a la paz es una falta de grandeza. Es hora de que nadie más ofrende su vida por la guerra”, dice Rojas al diario español El País. (I)