“Llegué a EE.UU. en febrero de 2002, luego de que se dio la caída de las Torres Gemelas, el 11S. La situación fue dura. Me había inscrito ya tres veces en el sorteo. Me registré como soltero, ya casi no tenía la esperanza de salir favorecido.

La confirmación de que me seleccionaron me llegó a mi casa en un sobre. Fue la mañana de un miércoles, por lo que recién me enteré en la noche al llegar a la casa. En ese tiempo todo era por correspondencia, por carta.

Lo más difícil del proceso es encontrar la garantía, un amigo o un familiar que te dé cobijo en Estados Unidos, mientras te llega la tarjeta de residencia.

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En mi caso, puse la dirección de un primo. En EE.UU. hay que hacer de todo. El problema es el idioma, uno debe saber al menos el básico. Cuando llegué trabajé en estampado de camisas y luego me pasaron al puesto donde estoy ahora en el que coordino la entrega de mercancía en los diferentes contenedores. Al llegar ganaba $ 6,50 la hora. Después uno va subiendo hasta ganar $ 10, $ 15, $ 20 por hora. Al inicio es importante el apoyo de un familiar. En estos catorce años me casé y pude traer a mi esposa y mi hijo que también son de Guayaquil. Ya tienen dos años conmigo”. (I)