En 1993, el líder palestino Yasser Arafat y el primer ministro israelí, Isaac Rabin, rubricaban con un apretón de manos en Washington el primer acuerdo de paz, del cual Shimon Peres había sido uno de los principales artífices y por el cual Israel llora su partida.

Por ese acuerdo los tres dirigentes recibieron el Premio Nobel de la Paz. “Dejamos atrás la era de beligerancia y avanzamos juntos hacia la paz”, dijo Peres al recibir el Nobel. Sin embargo, su profecía no se cumplió y en el momento de su muerte el objetivo de la paz está más lejos que nunca.

Líderes mundiales como el presidente palestino, expresaron su pesar. Mientras, el grupo militante Hamas celebró la noticia.

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Era el estadista más veterano de la política israelí, uno de los líderes más admirados y el último vínculo que quedaba con los padres fundadores.

En una carrera política que abarcó 7 décadas, Peres ocupó casi todos los puestos en la vida pública y se le reconoce el mérito de conducir al país en algunos momentos más decisivos como la creación de su arsenal nuclear en los 50, el retiro de sus tropas del Líbano y rescatar su economía de una inflación de tres dígitos en la década de 1980, así como guiar a una nación escéptica a conversaciones de paz con los palestinos en la de 1990. (I)