“No a las discotecas. No a los vasitos en la calle. Sí a los bares turísticos”. La frase escrita en un cartel grande, ubicado en el escalón 42 del cerro Santa Ana, recibía a decenas de personas que buscaban divertirse la noche del viernes pasado en ese sector céntrico.

Cerca del cartel, un grupo de personas que se identificaban como dueños de bares mostraban su desazón luego de que el Municipio clausuró locales, aduciendo que están en zona no autorizada y que no tienen la tasa de habilitación.

Los enganchadores que ofrecen las ofertas de cerveza al pie de los bares habían desaparecido, los visitantes subían sin saber dónde encontrar diversión, pues eran escasos los bares abiertos.

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Según Cecilia Vélez, secretaria de la Asociación de Microempresarios del Cerro Santa Ana, son 60 los establecimientos clausurados.

Pero el director de Justicia y Vigilancia del Municipio, Xavier Narváez, indicó ayer que la medida fue impuesta a no más de 20 locales, porque no cuentan con los permisos para funcionar como bares y discotecas. “En el cerro hay otros locales que están abiertos, no es que se ha clausurado a todo el cerro (...). La clausura obedece a que nosotros hemos estado conminándoles a que se formalicen, que saquen su permiso”, explicó el funcionario municipal.

Narváez detalló, incluso, que el año anterior el Concejo Cantonal aprobó una ordenanza que permite la actividad en esta zona, pero que algunos establecimientos no han tramitado su habilitación.

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“Se les ha pedido que revisen los acondicionamientos mínimos de seguridad y no lo quieren hacer (...). Que tengan un mínimo de frente de siete metros, que tengan baños”, especificó Narváez, a más de otros requerimientos como el sistema para mitigar ruidos, teniendo en cuenta que en este sitio también viven familias.

Fumando un cigarrillo, entre una veintena de jóvenes esperando al pie del bar Diva Nicotina, abajo del cerro, los integrantes de Divan Band lamentaban –la noche del viernes– no poder presentarse.

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“Esto nos perjudica, nos iban a pagar $ 200”, dijo contrariado el guitarrista Marlon Ruiz.

El retumbe del reggaeton, salsa y ritmos que por las noches de los viernes se multiplican en este sitio, se apagaron.

“Si la zona no está autorizada, tampoco puede estar abierto ese bar porque todo esto es no autorizado, no puede ser que solo un cuarto del callejón esté autorizado”, dijo Vélez, dueña del bar Casa Grande.

Ese día, el partido de Barcelona y River Ecuador era visto por varios visitantes dentro de un bar en el escalón 42, ante la impaciencia y contrariedad de otros dueños de bares clausurados.

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“Tengo una inversión de 30 mil dólares por recuperar”, expresó molesta una representante del bar La Cubierta.

La mayoría decía mantener sus trámites para recibir la autorización de uso de suelo que los faculta para estar “autorizados”, dijo Manuel Vélez, del bar La Taberna. Unos 40 establecimientos, entre bares, restaurantes y discotecas, hay en el Santa Ana.(I)