Unos hablan de manera generalizada sobre la problemática de inseguridad en sus sectores y otros sí se atreven a puntualizar casos de robos de pertenencias a personas y negocios.

Son moradores, trabajadores y estudiantes del barrio Centenario, las cdlas. La Saiba y Villamil y el barrio Cuba, asentados en el sur, que plantean patrullajes más frecuentes, instalación de cámaras, unidades móviles de apoyo policial en puntos estratégicos para enfrentar a los ladrones y hasta una reacción más efectiva de los gendarmes para enfrentar a la delincuencia.

En la calle El Oro prevalecen negocios de comida, centros médicos, gasolineras y farmacias que dan atención en distintos horarios. Hace pocas semanas hubo un robo en un negocio en El Oro y Dolores Sucre.

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Un dependiente de un local de comida de esa intersección comenta que están en ‘zozobra’ con el paso de las motos. Recuerda que hace tres meses sufrieron un asalto con tres sujetos en una moto. “No hay la tranquilidad que nosotros y los clientes necesitamos”, dice.

Un compañero señala que hace dos años cuando se instalaron en el lugar también fueron asaltados. “Andan de a dos en moto porque les es más fácil escaparse”, dice un empleado de otro local. Otros señalan que sobresalen los arranchadores.

Frente a la ola de hechos delincuenciales en este último año, una mujer asegura estar armada y contar con un guardia de seguridad privada para protegerse. “Aquí los viernes y sábados amanecen dormidos con los Dulces Sueños o dejan abandonados los carros que son robados de otro lado”, dice la mujer señalando el parterre central de la calle Rosendo Avilés.

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Contiguo al Centenario está el tradicional barrio Cuba. Ahí el comercio se mantiene latente con los estudiantes de la Universidad Salesiana y otros centros de estudios. “La Policía sí ronda, pero sabemos que los uniformados no se alcanzan para combatir tanta delincuencia”, indica la propietaria de un local. Como su negocio, otros permanecen abiertos pasadas las 22:00, para aprovechar la salida de los universitarios.

Lourdes, dueña de un local, sugiere instalar una unidad móvil de manera permanente. “Son jóvenes que se mezclan entre los estudiantes y aprovechan la aglomeración para robar”, dice Lissette, universitaria que hace poco le sacaron el celular de la maleta.

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En tanto, los vecinos de La Saiba evitan circular en las noches cerca de un parque localizado frente al colegio Internacional School y otra área de los bloques multifamiliares. En ambos sitios se reúnen jóvenes para consumir drogas, dicen.

En el primer parque, un letrero alerta de que hay cámaras de vigilancia y el ingreso es hasta las 17:00, pero “estos chicos se saltan las rejas para meterse al parque a fumar”, señala una moradora.

Las peatonales que dan acceso a la ciudadela, por la av. Domingo Comín, también son aprovechadas para asaltar a los transeúntes.

En la cdla. Villamil, colindante con La Saiba y Los Almendros, los moradores viven enrejados ante la inseguridad en la zona. Una vecina comenta que un restaurante cerró hace un par de meses porque fue asaltado diez veces. Dice que en varias casas hay botón de pánico, pero no ven reacción policial.

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En la zona, un parque mantiene restricciones de horarios por asaltos registrados a parejas y otros ciudadanos, pese a que a una cuadra hay una UPC. Un pequeño grupo de moradores realiza el control. “Andan (los delincuentes) en motos para robar a los transeúntes”, agrega una afectada.

Varios residentes de estos sectores piden desesperados más rondas policiales, en especial de 13:00 a 15:30 y de 19:00 a 23:00. Este Diario pidió información a la Policía acerca de las acciones en estas zonas, pero no hubo respuesta hasta el cierre de esta edición. (I)

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Barrios al menos conviven con problemas de seguridad.