Interrumpen el sueño en la madrugada para chequear el celular, se desesperan por llevar la batería portátil a todos lados para evitar una desconexión y cuando están en reuniones dialogan poco porque están ocupados contestando, a cada rato, mensajes o revisando las redes sociales en su teléfono.

Se llama nomofobia (no-mobile-phone-phobia), un trastorno nuevo que ha surgido con el desarrollo de las tecnologías y que los médicos han denominado como el miedo en extremo de quedarse sin celular.

La psiquiatra Paola Escobar, coordinadora de investigación del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, explica que las fobias se caracterizan por el miedo intenso e irracional a algo, alguien o a alguna situación.

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Indica que la conducta que genera el hecho de quedarse sin celular (porque se le acabó la batería, se lo robaron o por cualquier motivo) como el sentir angustia, palpitaciones, desesperación, caminar de un lado a otro o sudoración, son síntomas característicos de una fobia que puede provocar irritabilidad, falta de control de sus impulsos y hasta alteración en las relaciones interpersonales.

Hermes admite que el celular se ha convertido en parte de la vida, porque sin “el celular la gente no camina”, pero señala que él lo usa más para negocios y trata de controlar su uso.

Andrés, de 20 años, expresa que por su trabajo no puede usar todo el tiempo el celular, pero sí conoce de personas “adictas” que cuando están en una reunión prefieren chatear con desconocidos y restan importancia a las conversaciones que pueden mantener con amigos y conocidos.

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La psiquiatra del Instituto de Neurociencias indica que la nomofobia es imperceptible. La persona no se da cuenta de que la padece, porque el celular se ha convertido en una herramienta que permite comunicarse de manera directa con la familia, el trabajo y en el diario vivir, lo que ha generado esta necesidad de no poder prescindir de este aparato, dice.

Más aún, añade, porque no solo permite la comunicación sino que brinda acceso a las redes sociales y al internet, que son de mucha utilidad, pero no es la única manera de buscar información o conocimiento.

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Estadísticas internacionales señalan que puede ser más frecuente en los jóvenes y en los usuarios de smartphones por la navegación que permite.

Escobar señala que esta dependencia impide desarrollar muchas veces funciones cognitivas. “No nos aprendemos nada porque lo podemos grabar en el teléfono y listo, que no es necesario estudiar porque abrimos el teléfono y ahí tenemos la información”, añade.

Según Escobar, la nomofobia no está tipificada, pero en las fobias uno de los principales tratamientos es la desensibilización progresiva, es decir, dejar el celular de a poco hasta perder el miedo de que el aparato esté lejos. (I)